miércoles, octubre 01, 2008

Melancolía I, de Alberto Durero.


El pintor más prodigioso del Renacimiento del norte de Europa llega cargado de tristeza y afán de conocimiento a El dilema de Kovalski. Durero realizó dos viajes a Italia a lo largo de su vida. El primero en 1494, tras el cual comenzó su frenética y asombrosa producción de grabados entre los que se encuentra la serie del Apocalipsis. En el segundo, diez años después, conoció en Venecia al gran Giovanni Bellini del que dijo el propio Durero en una carta a su amigo Pirkheimer: "Ningún pintor de Venecia puede jactarse de ser tan joven como él". Es indudable la influencia que sobre Durero tuvo Bellini en la gradación de los perfiles y en la gama de colores. Fue también Durero un precursor en el género del autorretrato. Ya pintó antes de su primer viaje a Italia el que hoy se encuentra en el Louvre, donde un joven Durero porta una flor de Cardo. Entre los dos viajes realizó sus famosos autorretratos del Prado y de Munich (foto), sembrando un precedente para pintores posteriores maestros en el arte del autorretrato como serían Rembrandt o Van Gogh, por ejemplo. En 1507 regresa a Nuremberg, su ciudad natal, pero su arte ha sufrido el influjo de la escuela veneciana; cuenta Gombrich el impacto que supuso Italia para su personalidad artística: "En una de estas cartas enviadas desde Venecia es donde Durero escribió la sorprendente frase que revela cuán agudamente percibió el contraste de su posición de artista dentro de la rígida disciplina de los gremios de Nuremberg con la libertad de sus colegas italianos: "¿Cómo puedo temblar ante el sol?-escribió-. Aquí soy señor; en casa, un parásito". Sin embargo Durero continúa realizando grabados que lo encumbrarán como un genio de la línea y el dibujo -otra faceta fundamental en la obra del alemán, no sólo como preparatorio para pinturas sino como elementos en sí definitivos, curiosamente el más famoso dibujo de Durero sea quizás La liebre, animal que se suele relacionar con la melancolía. Entre 1513 y 1514 realiza sus tres obras maestras en grabado: El caballero, la muerte y el diablo; San Jerónimo en su celda; y Melancolía I, todos ellos grabados sobre metal. "Los románticos alemanes -escribe Földényi en su ensayo Melancolía- consideraban la figura femenina que aparece en el grabado en cobre de Durero titulado Melancolía I una mujer desgarrada por dudas fáusticas, a pesar de que Durero era admirado por su personalidad equilibrada". Cuenta Checa al respecto del título Melancolía I: "Panofsky ha señalado igualmente el complemento necesario de esta lámina, ya que hace falta explicar el I de su título. Y lo hace recurriendo al libro de Agrippa de Nettesheim quien, además de esa melancolía imaginativa, distinguía la melancolía mentalis y la melancolía rationalis, con las que Durero hubiera debido terminar su empresa". El grabado está repleto de elementos simbólicos como el cuadrado mágico de Júpiter -arriba a la derecha-, ya que Júpiter era la antítesis de Saturno, así si Saturno representaba la tristeza, la melancolía -aparece en forma de esfera yacente a los pies de la joven-, Júpiter era el planeta de la alegría y con él se intentaba combatir a Saturno para curar a los melancólicos; los instrumentos de trabajo -inutilizados, la joven (¿o es el propio Durero?) no tenía ganas de trabajar según parece- tales como el compás, objetos geométricos, aluden a las ciencias matemáticas (¿melancolía imaginativa o melancolía rationalis? hay que tener en cuenta que Durero también fue un estudioso de la perspectiva y en este campo la matemática y el arte encontraban su punto en común; el rombo truncado es uno de los puntos más misteriosos del grabado -¿por qué me acuerdo de Picasso y Bracque en el pueblo de Horta?-; la escalera que parece tender hacia la divinidad; el reloj de arena que indica lo efímero de la existencia; la balanza como método de impartir justicia -¿la joven es juez y redacta una pena fatal?-; el angelito imita a la joven y escribe sobre una rueda de molino, desde donde observa al perro -dormido o agonizante-; en realidad la joven -alada, ¿es un ángel?, ¿son las alas de la sabiduría?- parece absorta en su trabajo, o bien, se le ha ido "el santo al cielo" y está obnubilada en otros asuntos, ¿es la melancolía la que la tiene sumida en una actitud pasiva y perezosa?; un arco iris al fondo suministra esperanza; la cabeza de la joven ostenta unas ramitas de verbena, una planta para combatir la locura -en la Edad Media la locura y la melancolía iban de la mano-, etc... Después de todo esto no puede dejar de sorprendernos lo que dice Földényi, ya que no considera este grabado como una obra "melancólica": "La célebre Melancolía I de Durero no es sólo la representación más conocida de la melancolía del Renacimiento, sino de la melancolía en general. A pesar de ello, la melancolía es básicamente tema del grabado, el punto de vista y el principio formal del grabado no están determinados por el escepticismo dureriano. El cuadro "habla" de la Melancolía, pero no es melancólico; el punto de vista y la composición que configuran el grabado revelan que Durero, por cierto, tendente a la melancolía, en este caso no estableció relación melancólica con el tema, sino que lo observó desde fuera, y hemos de añadir, como un experto conocedor de su objeto". En este sentido Földényi considera mejor representación de la Melancolía el retrato de Van Eyck El matrimonio Arnolfini. En cuanto al grabado de Durero tengo que decir que no he llegado a verlo, sí vi El caballero, la muerte y el diablo en Berlín, y el grandioso Arco del Triunfo de Maximiliano, en Londres. Siempre me he preguntado si existen las planchas originales, y de no ser así -como supongo-, ¿cuántas copias existen de este grabado y dónde se encuentran?


Tumba de Durero en el cementerio de Sankt Johannis, Nuremberg
(foto de Álvaro Prini)

Albrecht-Dürer- Haus, Nuremberg
(foto de A.J. Gómez)

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