El enigma de la luz.
Nooteboom. (y 4).
Vamos con la cuarta (qué bajo he caído, por dios, esto parecen sevillanas).
Rembrandt en Leiden.
"En la planta superior del museo Lakenhal cuelga un plano de la ciudad de Leiden y de su territorio circundante". ¿Qué mejor forma de acercarnos a la juventud del maestro que viajando a su ciudad natal, Leiden?: "¿Qué sonidos oiría Rembrandt? ¿Cómo sonaría la ciudad de Leiden en 1606? Para llegar a saber eso hay que lograr primero un silencio profundo." Es este un ejercicio muy interesante pero... ¿no fue Rembrandt un pintor, un artista del color y el dibujo? Creo que sería aún más interesante plantearse qué vería Rembrandt en Leiden, qué colores percibiría el joven Rembrandt, qué atardeceres, qué rostros, qué vestimentas, qué luz. "Me coloco de espaldas al Gravesteen, donde tenían lugar las ejecuciones públicas, ¿y qué ven mis ojos al mirar hacia dentro por esa misma ventana? El muñeco de un alumno tras un pupitre. " Bueno, va mejorando la cosa, ahora sí se preocupa un pco Nooteboom de lo que VE Rembrandt. "Imagino las conversaciones entre los dos amigos pintores. Son conversaciones que yo habría podido entender, pues hablaban mi lengua. Rembrandt y Jan Lievens recibieron clases de Pieter Lastman. Tenían dieciocho y diecinueve años." De nuevo Nooteboom toca el tema del sentimiento nacional y no es un tema gratuito. Resulta emocionante saber que Velázquez hablaba -más o menos- la misma lengua que nosotros, que pertenecía en realidad a nuestro ámbito cultural, que tendría el mismo sentido del humor que nosotros los andaluces -igual era un desaborido, quien sabe-. Son éstas cuestiones que ¿nos hace mejores? ¿le hacen mejor al pintor a nuestros ojos? Bueno, es una cuestión de orgullo, creo, es como si de alguna forma nosotros participáramos directamente en el éxito del artista. Nooteboom lo siente ante Rembrandt en Leiden, yo lo sentí en la National Gallery cuando ante la Venus del espejo advertí cómo los responsables del museo no lo habían catalogado como masterwork o highlight, no recuerdo bien qué expresión utilizan para resaltar las obras más importantes de la galería, y me sentí un poco ultrajado, ¿qué se cree esta gente? ¿que su Van Dyck es mejor que "nuestro" Velázquez? Que conste que me encanta Rembrandt, e incluso Van Dyck, pero Velázquez, Velázquez es otro cantar. Un pasaje interesante: "En 1638, el joven de 22 años tiene en Leiden un alumno, Gerrit Dou, de 15 años entonces, que se convertirá en un pintor de lo fino, muy meticuloso, que padecerá un trastorno mental, la fobia al contagio. Dou recibe por aquel entonces las influencias de Rembrandt y sin embargo va a ser muy diferente a su admirado maestro en muchos aspectos. En este mismo año tiene también lugar el encuentro con Constantin Huygens, que acudirá a Leiden a visitar los talleres de Lievens y Rembrandt." Después de leer este capítulo a uno le dan ganas de ir a Leiden, de buscar los cuadros de Lievens y Dou -desconocidos para mi- y de escuchar música de Huygens.
Aert de Gelder, el último discípulo de Rembrandt.
Ahora tenemos a Nooteboom en Colonia, un nuevo episodio de descubrimiento "fuera de lugar". Escribe el holandés: "La verdad es que apenas conocía a Aert de Gelder cuando acudí a la gran exposición que dedica a su obra el Wallraf-Richartz Museum de Colonia. Descubrir algo que existe desde hace mucho tiempo es una de mis experiencias más gratas. Uno se reprocha a sí mismo su ignorancia pero recibe algo a cambio. Al principio nada más que dudas (¿Estoy realmente ante un gran pintor?); luego el premio (como quiera que sea estoy viendo un par de cuadros magníficos)". Está muy bien eso de descubrir pintores, lo de la calidad de los mismos es secundario. Normalmente estos descubrimientos suceden en un viaje, cuando visitas todo lo visitable, sin prejuicios ni preselecciones, al final siempre encuentras algo que te sorprende y que ignorabas por completo. Me pasó en Milán con el Bramantino y Pinturicchio, en París con Puvis de Chavannes, y en Berlín con Anselm Kiefer. ¿Que no sabemos si son buenos pintores? ¿quién lo puede saber con certeza? Son tantos los factores que influyen en la evaluación de una obra de arte que en ocasiones presumir de esa percepción no deja der ser una utopía. "Para los coetáneos es fácil opinar. Un coetáneo suyo podría admirar por ejemplo su técnica y sostener que su obra es anticuada, retro, vieux jeu, que ya no es de este tiempo. Sin embargo, conforme pasan los siglos se hace más difícil entender plenamente esa antigua controversia. Somos incapaces de sentir que, a los ojos de los seguidores del clasicismo procedente de la Francia de Poussin, las pinturas del Rembrandt tardío y más aún las de su discípulo longevo, llegaban demasiado tarde". No es tan difícil, creo yo, hoy día el mundo de la reproducción está tan extendido que con un simple botón tenemos acceso a cualquier pintura de cualquier pintura de cualquier época. Simplemente hay que analizar el momento pictórico y los autores coetáneos del estudiado. Antiguamente sí era más dificultoso, pues ni había exposiciones, ni imágenes reproducidas salvo en grabados al alcance de muy pocos. Ahora sí, si uno no se propone ese análisis histórico artístico no podrá pronunciarse al respecto ni tener juicio de valor.
El milagro de Piero della Francesca.
Este hombre no se anda con chiquitas, cuando le gusta una pintura tira "pal monte" y no para hasta dar con ella: "Reina el silencio en Borgo San Sepolcro, la pequeña ciudad del Santo Sepulcro. La estructura de la ciudad apenas ha cambiado desde la Edad Media. Camino por las angostas calles que reconozco del libro de Banker, busco las iglesias antiguas, traspaso las puertas que también debió franquear Piero, veo la majestuosa casa donde vivió el hombre que permaneció solo toda la vida, un ciudadano poderoso que gozaba de gran consideración y que todavía hoy atrae a su ciudad natal agentes del mundo entero. A continuación cruzo en coche las montañas en dirección a Urbino para visitar el palacio del duque que Piero representó de tal manera que jamás será olvidado y para contemplar el cuadro que me parece más bello, a pesar de que continen más misterios que todos los demás, o precisamente por eso." Se refiere a La flagelación de Cristo.
Hopper revisitado.
Nooteboom visita en el Stedelijk Museum de Ámsterdam una exposición de Hopper, ya sabemos, un americano en Holanda. Me llama la atención cómo Nooteboom se pone a pensar en un cuadro que no se encuentra en la muestra y que para él es una pieza imprescindible para entender el arte de Hopper: "Con los ojos cerrados evoco el lienzo Morning in the sun: una mujer que lleva una combinación color salmón, está sentada encima de una cama de la que se han retirado las mantas. La ventana está abierta, nos encontramos en una ciudad.¿Quiénes? ¿Nosotros? ¿Pero quiénes somos nosotros?Nosotros no figuramos en el cuadro, en él sólo aparece esa mujer". Pero el cuadro no sería nada sin alguien que lo estuviera mirando, todo espectador está incluido en el cuadro, en cualquier cuadro, un cuadro sin interpretación no es nada, y la interpretación debe realizarla el espectador, y de alguna manera siempre nos buscamos en las obras de arte, nos buscamos a nosotros mismos, para bien o para mal, en algún u otro aspecto, ¿es lo que pretende insinuar Nooteboom o es todo lo contrario?
"Office in the night es el título de uno de los cuadros. Se encuentra el pintor en la habitación. ¿Mira por una ventana situada más arriba, en un edificio contiguo. ¿Está colgado de la varilla de las cortinas? ¿Está dentro de la pared? Es de noche. La lámpara está encendida. ¿Qué hacemos nosotros en la intimidad de esta oficina? El enigma de la luz y el misterio de la mirada: una mirada que se sustrae a toda lógica, porque, como he escrito antes, la realidad representada en esos cuadros demuestra que es imposible ver a esas personas. La intimidad, o lo que ésta signifique, no es capaz de soportar de ninguna manera a una tercera persona."
Aquí no estoy muy de acuerdo con Nooteboom ya que lo que precisamente dota de intimidad a una situación es la amenaza de que ésta se vea invadida por una tercera persona, es esa presencia fantasma la que provoca que el encuentro sea íntimo. Y Hopper se vale de esta postura voyeur en casi toda su obra. La soledad inadvertida no deja de ser una entelequia, a todo solitario le gusta que le consideren como tal, y quiere poner de relieve su estado de soledad, y para ello tiene que ser visto en soledad, buscando la soledad, aunque esté rodeado de personas.
En resumen este libro de Nooteboom sin ser un estudio analítico pormenorizado ni estructuralmente perfecto -más bien son capítulos aleatorios sin ningún hilo conductor, con ausencia total de arte moderno, Hopper no deja der ser un clásico en pleno siglo XX- sí nos depara una serie de ideas y reflexiones acerca de la pintura y de su observación que van más allá de las típicas de cualquier libro de Historia del arte. En él nos vemos reflejados muchos viajeros y aficionados al arte y de alguna manera nos hace ver que no estamos solos ...ante la inmensidad del arte.
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