"¿Por qué todos estos retratos, que conceden tanta importancia a las particularidades individuales, que parecen pintados del natural, se encontraron en tumbas? Si se pintaron utilizando modelos vivos ¿por qué los cosieron en momias? Y si se pintaron utilizando modelos muertos, ¿cómo es posible que parezcan tan "vivos"?". Estas cuestiones tan enigmáticas son las que se hace Tzvetan Todorov en su Ensayo sobre la pintura flamenca del Renacimiento titulado Elogio del individuo. En su particular cruzada por descubrirnos las relaciones entre pintura y contesto histórico Todorov dedica una parcela a analizar los que para él suponen ser los primeros retratos individuales de la historia del Arte: "En el Imperio romano encontramos el más importante conjunto de imágenes de individuos que nos ha transmitido la Antigüedad, los denominados retratos de Fayum". El Fayum es una provincia de Egipto que fue colonizada por los romanos. Estos retratos se realizaron entre los siglos I y III d.C. Esto despierta una reflexión interesante. El "recorrido" temporal de estos retratos es de alrededor de 300 años, es decir, la misma distancia que existe entre un retrato de Velázquez y otro de Picasso. Esto nos plantea la cuestión de cómo conforme nos retrasamos en la historia del arte el tiempo se dilata, y entonces una sensación de vértigo nos aborda al pensar en la increíble y acelerada evolución artística del siglo XX, donde conviven Degas, Pollock, y Twombly. Estos pintores no eran Apeles precisamente, aunque evidentemente recogían su legado -entre los más de mil retratos encontrados hasta la fecha los hay geniales y los hay chapuceros como veremos, es decir, verdaderos artistas se alternaban en las funciones con meros aficionados. Normalmente estos retratos se hacían en vida de los protagonistas sobre tablillas de madera y cuando éstos la palmaban se desenmarcaban y se cosían a las momias de los difuntos, colocándose en un lugar visible de la villa, con lo cual el fallecido permanecía "vivo" entre los habitantes de la casa. Continúa Tedorov: "No poseemos información alguna sobre los pintores, y esta ausencia es en sí más significativa. Si hubieran sido apreciados como Zeuxis y Apeles, sabríamos sus nombres. Así pues, parece que en este caso se trata de un arte menor al que se dedicaban hábiles artesanos griegos, que encontramos un excelente mercado para sus productos. (...) Todos los retratos, o casi todos, nos miran. (...) en su mayoría participan de un estilo que podríamos llamar "realista", aunque también están presentes las significaciones, las repeticiones o la fuerza de los rasgos. (...) Tanto en los mejores ejemplos como en su conjunto, el arte de Fayum representa la cima del retrato precristiano. Es como si el encuentro de varias tradiciones, la egipcia, la griega y la romana, hubiese creado las condiciones adecuadas para que floreciera la representación pictórica del individuo". No olvidemos que el arte romano nos ha dejado algunas muestras de pintura más que notables como es el caso de Pompeya, por ejemplo, recordemos el mosaico de Alejandro Magno basado en una pintura, posiblemente del mismo Apeles -y ya comentado en este blog- u otras pinturas encontradas en las casas de ciudadanos pompeyanos, como nos relata E.G. Bulwer Lytton en su Últimos días de Pompeya, de 1834: "Más allá del vestíbulo aparecía el atrium, que cuando fue descubierto mostró su riqueza pictórica, que en point d´expression no habría disgustado a Rafael. Hoy puede ser admirado en el Museo Napolitano, adonde fue trasladado y despierta la admiración de los expertos. Las pinturas representan la despedida de Aquiles y Briseida. ¿Quién no es capaz de reconocer la fuerza, el vigor, la belleza en la delineación de las figuras y los rostros de Aquiles y su inmortal esclavo?". Es pues el arte romano el que se fusiona con el egipcio y con la tradición griega de Apeles en estos retratos funerarios de El Fayum. En su libro Esplendor del Arte de los faraones Maurizio Damiano comenta acerca del valor de estas obras: "Estos retratos tienen un valor artístico desigual, yendo del simple artesanado, a veces ingenuo o burdo, a piezas a menudo espléndidas, verdaderas obras maestras de la pintura mundial; han tomado su nombre del hecho de que en su mayoría proceden de la necrópolis del oasis de El Fayyum". También Damiano explica un poco la técnica utilizada por estos artistas o artesanos: "La técnica del encausto consiste en pintar con colores mezclados a la cera; para su uso es por tanto necesario deshacerlos con color y aplicarlos con espátula; la técnica fue empleada en el Arte Antiguo en El Fayum y en Pompeya." De estos retratos destacan: la joven aristócrata, con corona áurea; el niño, de piel aceitunada; y el reinado de los Antoninos, mujer con un leve bigote; también la judía, en Berlín. El tipo de peinado de las mujeres nos ayuda a conocer el reinado al que pertenecen las pinturas, si bien a Nerón, Antoninos, etc... El arqueólogo Biagio Pace explica el porqué de esos ojos "aegipciados" (¡picassianos, por dios!): "Se aprecia una singular expresión en los ojos abiertos y grandes, pero esto reproduce la moda del antiguo Egipto conservado todavía entre las poblaciones orientales de engrandecer la mirada con colores y cosméticos". Pude contemplar algunos de estos retratos en el British Museum -mientras sorteaba a los niños de una escuela que parecían estar haciendo una tesis sobre arte funerario, por favor-, y también vi alguno en Bruselas, sin embargo no recuerdo haber visto los de Berlín, en el Pérgamo, y debo haberlos visto, lo que pasa es que anodadado por la magnificiencia del Altar de Pérgamo y de la puerta de Ishtar es difícil reparar en algo más en aquel increíble lugar. Uno se pregunta al ver estas pinturas que te miran desde el más allá: ¿esto qué es? ¿una momia egipcia con cara de ciudadano romano y en estilo griego? Impresiona la claridad de los colores y el dibujo tan perfecto y expresivo, y es que a veces el Arte Antiguo nos hace pensar en artistas modernos. Es el invencible e inagotable ciclo del Arte que no tiene fin.
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