viernes, agosto 29, 2008

Schadow, un genio a merced de la estupidez de un rey.










Llega a El gran Kovalski una historia de estulticia y arte, la demostración histórica de cómo un estúpido con poder puede privar a la humanidad y al mundo del arte de una obra fundamental durante años y años. Hay algo que diferencia a Johann Gottfried Schadow (1764-1850) de otros escultores neoclásicos y este algo es su estrecho acercamiento a la Grecia clásica, huyendo un poco de la frialdad característica de otros artistas de la época. Estudió en la corte berlinesa y con 14 años fue adoptado por la familia del escultor francés Tassaert. Su obra más emblemática quizás sea la Cuadriga sobre la Puerta de Brandemburgo en Berlín (obra de 1793), realizada en cobre repujado ya que no se pudo hacer en bronce por las dimensiones del grupo (con una altura de 550 cm) y la poca estabilidad del mismo (para una ubicación tan delicada como la Puerta de Brandemburgo). La Cuadriga representa a la Victoria y esta escultura cobró gran relieve patriótico cuando fue "secuestrada" por Napoleón en 1806. Fue rescatada en 1814 para mayor gloria de Prusia. Es una escultura impresionante y conocida por todos, sin embargo hay que decir que su emplazamiento es tan elevado que si la miras desde la Pariser Platz apenas se adivinan los rasgos -no se ve un pijo, vaya. Sin embargo yo quería hablar de otra obra de Schadow, concretamente de La princesa heredera Luisa y la princesa Federica de Prusia, de 1797. Son dos figuras en mármol de 172 cm que cuando vi en la Alte National Galerie de Berlín -en la Isla de los Museos, a pocos pasos del Altes Museum y el Museo de Pérgamo- me dejó impresionado -yo ni conocía la obra y el nombre de Schadow tan sólo me era levemente familiar-, tal es la belleza que desprenden estas dos jóvenes princesas de Mecklemburger-Sterlitz. Fue un encargo hecho en 1793 por el rey Federico Guillermo II y representaba a la prometida de su hijo heredero y a la del hermano de éste. En 1795 Schadow había finalizado la versión en yeso -expuesta en la Academia de Bellas Artes-, y se realizaron pequeñas representaciones biscuit que tuvieron mucho éxito. Pero la versión última en mármol no pudo llegar a exponerse pues a la muerte del rey, el nuevo monarca no reconoció el contrato con el artista sobre el lugar en que iría la obra y aplazó indefinidamente el destino final de la escultura, lo que supuso que se empaquetara y pasara una temporada en el taller de Schadow -que casi coge una depresión por esta situación. En 1801 llegó a exponerse en el Palacio Real de Berlín pero hasta 1893 no pudo verlo el público -con acceso restringido, eso sí. Ya en 1950 se descubrió ante el gran público. Uwe Geese se queja de esta ocultación tan indolente de una figura capital en el desarrollo del neoclasicismo y que podría haber alterado el curso de la visión artística del siglo XIX: "Mediante este naturalismo de la representación artística el estilo de Schadow se diferencia claramente del sereno clasicismo propio de Thorvaldsen. Si se reflexiona en profundidad acerca de la influencia que tuvo sobre el espectador el modelo de yeso expuesto durante muy poco tiempo, es sorprendente que la primera escultura que representaba el cuerpo entero de dos muejres en el neoclasicismo alemán estuviese prácticamente condenada a una absoluta falta de eficacia artística". Algo parecido a lo que sucedió con Las señoritas de Avignon de Picasso, con la gran diferencia de que en este caso fue el propio autor el que decidió la ocultación. Otra anécdota alrededor de esta obra nos llega de la mano del propio Schadow en su Obra de arte y visiones del arte: "El adorno de la cabeza de la esposa del príncipe heredero y la cinta bajo la barbilla debían ocultar una hinchazón del cuello, pero que posteriormente desapareció. Fue copiado por las damas de aquel tiempo como una tendencia de la moda". Es decir, que si le llega a poner tres brazos a la princesa la gente hubiera paseado con un brazo postizo para ir a la moda.


Nota: las fotos no son mías, pero la de la Cuadriga me ha parecido magnífica con el cielo berlinés de fondo y la de las princesas me gusta porque aparecen en su ubicación actual de la Alte National Galerie.

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