Al fin pudo Kovalski leerse los dos libritos que tenía pendientes dedicados a la figura del gran pintor granadino José Guerrero. Por un lado el publicado por Antonio Muñoz Molina bajo el nombre de José Guerrero, el artista que vuelve, el cual engloba tres artículos, dos del citado Muñoz y Nueve estampas para una autobiografía, y por otro lado el impresionante catálogo de la colección José Guerrero del Centro de la Diputación de Granada. La vida y obra de este andaluz universal fue increíble. Ya en sus inicios se relacionó con Lorca y ¡Alonso Cano!. Bueno, la historia es muy sencilla, el padre de un amigo era el campanero de la catedral y prestó el estudio que existe en el campanario donde pintara Alonso Cano cuatro siglos antes a cambio de dar las campanadas cuando correspondieran. A Lorca lo conoció en el Palacio de Carlos V, bajando la cuesta Gomerez Lorca le preguntó qué quería ser de mayor y José le contestó que pintor, entonces el poeta -al que Guerrero siempre recordará con camisas de colores chillones- le aconsejó que si estaba en la clase del profesor Morcillo lo que tenía que hacer era coger los pinceles, tirarlos al aire, y marcharse. Este profesor fue quien humilló a José delante de los demás compañeros al decir que José pintaba tan mal como un pintor mejicano que se llamaba Diego Rivera, Guerrero que no sabía quién era Diego Rivera pintó su lienzo de negro y se fue para no volver nunca más. Luego vinieron becas en París, en Roma, para finalmente lanzarse a la conquista de Nueva York. Se casó con una periodista americana lo cual le facilitó bastante su ingreso en el mundillo artístico; por mediación de la galerista Betty Parsons conoce a los grandes de la pintura expresionista de la Escuela de Nueva York, eran los años 50 y así José Guerrero trabaría amistad con Mark Rothko -quien le dijo que los pintores eran como los maquis porque salían de su escondrijo para una exposición y luego volvían a esconderse-, y sobre todo con Motherwell -quien preparaba su serie de cuadros Elegía a la república- y con quien se adentró en el mundo de la pincelada negra -Guerrero expuso en una ocasión con el nombre de "Presencia de negro". El Guernica se encontraba por aquel entonces en Nueva York y este cuadro de Picasso supuso una gran influencia en su arte, lo visitó en numerosas ocasiones y descubrió la heterogeneidad de finalización en cada zona del cuadro, de forma que en determinadas partes el lienzo estaba casi intacto y en otras la pintura había sido retocada y trabajada repetidamente, además de apreciar la gran cantidad de tonalidades grisáceas y blancas utilizadas por Picasso. El cuadro más representativo de Guerrero quizás sea La brecha de Víznar con el que de alguna manera quiso rendir homenaje al poeta ya que fue en el barranco de Víznar donde fue fusilado García Lorca. En esta obra Guerrero intenta con una sola línea significar ese sentimiento de desolación e impotencia ante la barbarie. Llegó a realizar tres versiones de este mismo tema siendo la de 1966 que se encuentra en Granada la -digamos- versión original ("El socavón definitivo y terrible del barranco de Víznar"). Desde sus inicios siempre consideró a Matisse como su gran influencia por su delicado y preciso uso de la línea y el color, y es que el color es el centro de la producción guerrerista. En Nueva York cosechó grandes éxitos de crítica. En 1963 un crítico escribía: "usa los colores más contrastados, amarillo y azul, blanco y negro o amarillo y negro para sugerir sobrecogedores masas de forma y vacío en eterno conflicto"; Valerie Petersen en Art News: "llena los lienzos con formas fuertes de una energía arrebatadora y un directo color eléctrico, todos los elementos son primarios y de una inmediatez sensorial y cinética tan equívoca como una avalancha y tan enorme como una catársis"; y Thomas Albright en 1976: "los colores parecen irradiados por la luz solar y forma espacios casi palpablemente atmosféricos dentro de los cuales surgen formas que se expanden y respiran". Guerrero tuvo varias barreras que saltar en su llegada a EEUU, por un lado tenía que desprenderse del cliché de "lo español", y por otro tenía que hacerse un hueco entre artistas ya consagrados de la abstracción como Rothko, Pollock o De Kooning. Consiguió ambas cosas, creó una pintura no ligada a ningún nacionalismo (a pesar de que con el alejamiento y la madurez los temas hispanos empezaron a aparecer en sus títulos "Alcazaba", "Albaycín") y desarrolló un estilo propio perfectamente distinguible de los grandes del action painting (sus "fósforos" son marca de la casa). Bien es cierto que en determinado momento tuvo que recurrir al psicoanálisis ya que vivió momentos de abatimiento. En los 60 c0menzó a visitar España con relativa asiduidad y con el fin del franquismo empezó a reconocerse su maestría llevándose a cabo varias retrospectivas y exposiciones importantes que darían a conocer su obra al país y que impulsarían su figura definitivamente provocando una influencia determinante en la vida artística granadina (en gente como Juan Vida, Muñoz Molina, etc..). También fue pieza fundamental en la creación del museo de arte abstracto español de Cuenca. Desde hace unos años se puede visitar el Centro José Guerrero en Granada donde existe una importante colección de su obra, cerca de la catedral donde pintara bajo el "influjo" de Alonso Cano.
martes, enero 08, 2008
José Guerrero.
Al fin pudo Kovalski leerse los dos libritos que tenía pendientes dedicados a la figura del gran pintor granadino José Guerrero. Por un lado el publicado por Antonio Muñoz Molina bajo el nombre de José Guerrero, el artista que vuelve, el cual engloba tres artículos, dos del citado Muñoz y Nueve estampas para una autobiografía, y por otro lado el impresionante catálogo de la colección José Guerrero del Centro de la Diputación de Granada. La vida y obra de este andaluz universal fue increíble. Ya en sus inicios se relacionó con Lorca y ¡Alonso Cano!. Bueno, la historia es muy sencilla, el padre de un amigo era el campanero de la catedral y prestó el estudio que existe en el campanario donde pintara Alonso Cano cuatro siglos antes a cambio de dar las campanadas cuando correspondieran. A Lorca lo conoció en el Palacio de Carlos V, bajando la cuesta Gomerez Lorca le preguntó qué quería ser de mayor y José le contestó que pintor, entonces el poeta -al que Guerrero siempre recordará con camisas de colores chillones- le aconsejó que si estaba en la clase del profesor Morcillo lo que tenía que hacer era coger los pinceles, tirarlos al aire, y marcharse. Este profesor fue quien humilló a José delante de los demás compañeros al decir que José pintaba tan mal como un pintor mejicano que se llamaba Diego Rivera, Guerrero que no sabía quién era Diego Rivera pintó su lienzo de negro y se fue para no volver nunca más. Luego vinieron becas en París, en Roma, para finalmente lanzarse a la conquista de Nueva York. Se casó con una periodista americana lo cual le facilitó bastante su ingreso en el mundillo artístico; por mediación de la galerista Betty Parsons conoce a los grandes de la pintura expresionista de la Escuela de Nueva York, eran los años 50 y así José Guerrero trabaría amistad con Mark Rothko -quien le dijo que los pintores eran como los maquis porque salían de su escondrijo para una exposición y luego volvían a esconderse-, y sobre todo con Motherwell -quien preparaba su serie de cuadros Elegía a la república- y con quien se adentró en el mundo de la pincelada negra -Guerrero expuso en una ocasión con el nombre de "Presencia de negro". El Guernica se encontraba por aquel entonces en Nueva York y este cuadro de Picasso supuso una gran influencia en su arte, lo visitó en numerosas ocasiones y descubrió la heterogeneidad de finalización en cada zona del cuadro, de forma que en determinadas partes el lienzo estaba casi intacto y en otras la pintura había sido retocada y trabajada repetidamente, además de apreciar la gran cantidad de tonalidades grisáceas y blancas utilizadas por Picasso. El cuadro más representativo de Guerrero quizás sea La brecha de Víznar con el que de alguna manera quiso rendir homenaje al poeta ya que fue en el barranco de Víznar donde fue fusilado García Lorca. En esta obra Guerrero intenta con una sola línea significar ese sentimiento de desolación e impotencia ante la barbarie. Llegó a realizar tres versiones de este mismo tema siendo la de 1966 que se encuentra en Granada la -digamos- versión original ("El socavón definitivo y terrible del barranco de Víznar"). Desde sus inicios siempre consideró a Matisse como su gran influencia por su delicado y preciso uso de la línea y el color, y es que el color es el centro de la producción guerrerista. En Nueva York cosechó grandes éxitos de crítica. En 1963 un crítico escribía: "usa los colores más contrastados, amarillo y azul, blanco y negro o amarillo y negro para sugerir sobrecogedores masas de forma y vacío en eterno conflicto"; Valerie Petersen en Art News: "llena los lienzos con formas fuertes de una energía arrebatadora y un directo color eléctrico, todos los elementos son primarios y de una inmediatez sensorial y cinética tan equívoca como una avalancha y tan enorme como una catársis"; y Thomas Albright en 1976: "los colores parecen irradiados por la luz solar y forma espacios casi palpablemente atmosféricos dentro de los cuales surgen formas que se expanden y respiran". Guerrero tuvo varias barreras que saltar en su llegada a EEUU, por un lado tenía que desprenderse del cliché de "lo español", y por otro tenía que hacerse un hueco entre artistas ya consagrados de la abstracción como Rothko, Pollock o De Kooning. Consiguió ambas cosas, creó una pintura no ligada a ningún nacionalismo (a pesar de que con el alejamiento y la madurez los temas hispanos empezaron a aparecer en sus títulos "Alcazaba", "Albaycín") y desarrolló un estilo propio perfectamente distinguible de los grandes del action painting (sus "fósforos" son marca de la casa). Bien es cierto que en determinado momento tuvo que recurrir al psicoanálisis ya que vivió momentos de abatimiento. En los 60 c0menzó a visitar España con relativa asiduidad y con el fin del franquismo empezó a reconocerse su maestría llevándose a cabo varias retrospectivas y exposiciones importantes que darían a conocer su obra al país y que impulsarían su figura definitivamente provocando una influencia determinante en la vida artística granadina (en gente como Juan Vida, Muñoz Molina, etc..). También fue pieza fundamental en la creación del museo de arte abstracto español de Cuenca. Desde hace unos años se puede visitar el Centro José Guerrero en Granada donde existe una importante colección de su obra, cerca de la catedral donde pintara bajo el "influjo" de Alonso Cano.
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2 comentarios:
Una mañana de agosto de 1936, tras asesinar a Lorca, uno de los matones se encontró con Morcillo en un café; le soltó: don gabriel, hemos matado a su amigo, el poeta de la cabeza gorda.
A la vera misma del edificio que alberga la Fundación Guerrero se encuentra el restaureante Sevilla, lugar de tertulias del círculo de Lorca.
Unos metros más abajo, en la misma catedral el aludido estudio de Alonso Cano, luego usado por Guerrero. También unos metros más abajo está la escuela de Bellas artes donde impartía morcillo, unos metros más a la derecha de la casa donde fue detenido el mismo Lorca para ir a parar a la brecha de Víznar.
Creo que es un tema muy interesante la visita de Lorca a Nueva York
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