lunes, octubre 02, 2006

Van Gogh y su oreja (3): el profesor Livingstone (1)


Espero que esta semanita sea menos intensa que la anterior, ya no estoy joven y eso de que visite el país primero Kate Beckinsale y dos días más tarde Diane Kruger es demasiado fuerte para mi corazón, lo noto cablagar a una velocidad desproporcionada, y para colmo uno no gana para sustos en el mundo literario, a la sorpresiva confesión de Grass de su pertenencia a la SS hace pocos días hubo que añadir la reciente revelación del contenido de unas cartas en las que Hemingway reconocía haber matado a 122 prisioneros alemanes durante la segunda guerra mundial, espero que no terminen publicando que Thomas Bernhard en realidad amaba Austria, sería terrible... para los autríacos.

A lo que iba, este fin de semana me entrevisté en Londres con el profesor Livingstone de la universidad Humboldt de Berlín, me dijo que unas criaturas le perseguían y que nuestro encuentro debía ser secreto, que había leído mis comunicaciones en el blog y que tenía cosas que contarme acerca de van gogh y su oreja, que le esperara en los victoria gardens, junto al parlamento, al lado de los burgueses de calais de rodin. pensé que era un lugar perfecto ya que era uno de mis sitios preferidos de londres, aunque no terminaba de entender por qué había unos burgueses de calais en el museo rodin de parís y otro allí. me senté en un banco y vi pasar el támesis con gran placer. al poco de la hora acordada, al filo del atardecer, con el crepúsculo dibujando un estallido de fulgores cárdenos y amarillentos que me recordaron al turner más abstracto, vi acercarse una figura desgarbada de piel gris, ojos sanguinolentos y expresión perdida, por un momento creí reconocer en él a un vampiro, pero luego reparé en el reflejo de su imagen en la orilla del río, sin duda era un loco.
- ¿el profesor livingstone, supongo?
- el mismo, van gogh no estaba loco, muchos han sido los diagnósticos que los expertos han emitido sin acierto. estos psiquiatras creen que pueden estudiar la mente de una persona a partir de sus pinturas -me miraba pero parecía no verme, como si recitara un texto previamente memorizado, al borde de la incredulidad de su misma existencia, el profesor livingstone parecía provenir de un estado de latencia en el que los recuerdos sólo formaran parte de una metáfora inadecuada.
- bueno, también disponían de sus cartas, más de ochocientas, de los testimonios de sus allegados -gauguin, el doctor gachet, su hermano theo-, y de los partes médicos en los hospitales donde estuvo internado -no había confiado mucho en aquel encuentro, quizás acudí a aquella cita más por las ganas que tenía de volver a ver los relieves persas del british museum y por la posibilidad de encontrarme con keira knightley paseando por picadilly circus -una posibilidad remota pero al menos una posibilidad- que por la esperanza de llegar a conocer la verdad acerca de van gogh y su oreja.
- tonterías, a finales del siglo XIX la medicina estaba en pañales, fíjese que en esos dos hospitales el diagnóstico fue epilepsia, es decir, una epilepsia sin crisis convulsionantes, una epilepsia sin deterioro mental, ridículo -livingstone gesticulaba con una empatía desorganizada, como si realmente estuviera pasando por un calvario, miraba bruscamente de izquierda a derecha, y sus dedos se agitaban como si un latido eléctrico los disparara aleatoriamente.
- algunos psiquiatras hablan de una epilepsia subclínica con crisis psicomotrices, y este diagnóstico se afianzó cuando se introdujo el adelanto de la electroencefalia, los casos diagnosticados a partir de entonces concordaban con el comportamiento que en ocasiones tuvo van gogh -le dije sin conocer certeramente la veracidad de mi afirmación, algo que había leído en los locos egregios de vallejo nájera.
- ¡el diagnóstico de epilepsia es una absurdidad! -me agarró del cuello de mi camiseta de lacuna coil y su fétido aliento pisó mi cara, yo no me asusté, me las había visto con especímenes peores, bien es cierto que suspiré como si despertara de un eco lejano en el que me preguntaba cómo era posible que diane kruger y el profesor livingstone pertenecieran a la misma especie.
- ¿esquizofrenia quizás? otros autores se decantan por esta opción, aunque también los hay quienes se oponen, dicen que la creación de curvas y rectas, aparentemente inexistentes en la naturaleza, y la simplificación de las figuras en geometrismos, típicas de la pintura de van gogh, no eran propias de una mente esquizoide -le dije sin mucha convicción ya que yo no apreciaba ningún geometrismo en la obra de vincent, pero se lo dije con energía, invitándole a que me soltara, cosa que hizo en el momento, en ese instante su cara adoptó una actitud de desaliento que me conmovió.
- dicen que tenía reacciones de un esquizofrénico, que amenazó al doctor gachet con una navaja como hiciera con gauguin, al que le tiró a la cara el vaso de absenta, que en cierta ocasión echó mano al bolsillo en un momento de contrariedad para luego marcharse desaforadamente y que luego se descubrió que allí llevaba la pistola con la que más tarde se mataría, él mismo hablaba en sus cartas de ciertas crisis, pero yo pienso que todo eso es falso, en realidad fue un complot, ¿no lo entiende? querían convencerle de que realmente estaba loco para que dejara de pintar -livingstone estaba más sereno pero su semblante era caótico.
- existe la leyenda de que el trigal con cuervos es su última obra, que después de pintarlo se fue al campo y se pegó un tiro, que esa pintura refleja la enfermedad de su mente -quise probar la entereza del profesor livingstone, sus verdaderos conocimientos sobre la obra de vincent.
- nadie puede saberlo, simplemente nadie puede saberlo -y livingstone cerró los ojos.

(continuará)

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