Historias de Milano (III):
Pinacoteca de Brera.
"La Pinacoteca de Brera se encuentra en el edificio homónimo y que alberga otras instituciones culturales como la Biblioteca Nazionale Braidense, l´Obsservatorio Astronomico, il Museo Astronomico, l´Orto Botanico, i´Istituto Lomnrado Accademia di Scienze e Lettere e L´Accademia di Belle Arti." El palacio está ubicado en un convento del siglo XIV, y que gracias a Richini le dió el aspecto actual en el siglo XV. Como dice el folleto de la galería, la colección está formada por obras de iglesias y monasterios cerrados sobre todo durante el período napoleónico, y enriquecida con donaciones posteriores. La entrada cuesta 10 euros y es el museo más caro de Milán, aunque merece la pena el desembolso. Tuve la enorme suerte que desde mayo se expusiera el impresionante Napoleón de Canova recién restaurado. Una escultura en yeso de más de tres metros y de la que hay una réplica en el patio de entrada del palacio -pero con la figura de la victoria en la palma de la mano, y que no está en el original y no sé adónde habrá ido a parar (foto). El Napoleón se expone en la sala XIV, adonde desemboca el pasillo inicial o sala I así que desde que uno entra al museo está viendo la imponente figura del Napoleón (como Marte pacificador) al fondo. Pero no hay tiempo en esta pinacoteca para detenerse, ya en la primera sala nos impactan unos frescos de Bramante y Luini. Bramante, reconocido arquitecto renacentista y que figurara en la famosa La escuela de Atenas de Rafael -tiempo habrá para hablar de esta obra en otro artículo-, era también un excelente pintor como se demuestra en estas figuras plenas de vida, de profunda caracterización y gran tamaño. En las salas V y VI nos encontramos a Carpaccio -otro pintor preferido de este blog- y allí está La Presentación de la Virgen y el extraordinario San Esteban con los miembros del Sanedrín , donde el artista ha perfeccionado enormemente su técnica y donde una increíble ubicación -rodeado de columnas que prestan una perspectiva algo extraña- tiene como fondo un paisaje casi onírico que bien podría formar parte de un cuadro de El Bosco o del surrealista De Chirico. Después de rendirse ante el genio de Tiziano en su oscuro -casi caravaggista- San Jerónimo y ante una particular y espacial -con visión en forma de cono- Última cena de Veronese en la sala IX -que contrasta enormemente con la casi bidimensional de Leonardo vista dos días antes-, pasamos a una pequeña colección de arte del siglo XX en la colección Jesi que ocupa la sala X, y allí vemos algunas naturalezas muertas y paisajes de Morandi, así como un interesante y rembrandtiano canal de buey de Mafai, una preciosa escultura de Ofelia de Marini, y cosas de Sironi, Soffici, y de los futuristas Carrá y Boccioni, una sala estrecha y alargada que nos transpota a la modernidad de un salto, un pequeño receso para seguir luego admirando las obras antiguas que aún nos quedan por descubrir. Como curiosidad hay una Virgen con niño de clara inspiración leonardesca y que está atribuida al murciano Fernado de Llanos. Otras obras de la escuela del de Vinci son Madonna dil Roseto de Luini y Madonna dell albero de Cesare da Sesto. El momento más impresionante para mi fue cuando en la sala XX vi habilitado un taller de restauración donde dos técnicos trabajaban en una obra que representaba a una Virgen con niño rodeada de frutos y de unas dimensiones alargadas inhabituales. No sé por qué motivo me vino a la cabeza el nombre de Crivelli. Quizás fue el dibujo tan bonito de la cara de la madonna o el colorido tan sutil de las frutas, lo cierto es que no soy ningún entendido en Crivelli, pero el nombre me retumbaba en la cabeza. De todas formas no tenía forma de averiguar si aquello era un Crivelli, estuve tentado incluso de decir a los turistas circulantes: eso es un Crivelli. Tal era la certeza que me invadía. Cuando entré en la sala XXI allí había relamente un inmenso Crivelli, la Coronación de la Virgen y Piedad. Al lado un hueco, el de la Madonna della candelleta, de Carlo Crivelli, estaba siendo restaurada... Volví a la sala de restauración y tuve ganas de decir a aquel tipo: "quita tus manos del Crivelli, por favor", estaba destrozando la zona áurea de los laterales. Presa de la agitación y la emoción estuve muchos minutos observando el otro Crivelli, el expuesto, era una maravilla igualmente. Pero en la Brera no se pueden hacer fotos así que tuve que contenerme a la hora de hacer fotos, de lo contrario hubiera acabado la memoria de la tarjeta. Todavía habría grandes emociones, como el Martirio de San Vitale de Barocci, qué luz, qué color, que hábil dibujo. Y de repente La cena de Emaús de Caravaggio. Pero no La cena famosa con San Pedro en plena pose de asombro con escorzo imposible del brazo incluido -que está en Londres y es de 1601-, sino Una cena de Emaús (o Los discípulos de Emaús) más calmada, con un Jesús con barba y que data de 1606. Algunos Procaccini (de Giulio Cesare), como Santa Caterina, Maddalena, y Santa Cecilia. Otra última cena, ésta de Rubens, con un eficiente y algo apagado colorido para ser de Rubens, como si Rubens hubiera visitado a Caravaggio recientemente. Un Rembrandt, en este caso un Rittrato della Sorella. Los Rembrandt suelen representar puntos álgidos en cualquier museo y éste no es una excepción -es el único de la pinacoteca. Mención especial merece Sposalizio della Vergine de Rafael que es objeto de una cuidada presentación y explicación con diapositivas (con motivo de su restauración), y que, a pesar de ser una obra de juventud es una maravilla. Un cuadro este de Rafael que comparte sala (la XXIV) con el magnífico Piero della Francesca y su impresionante Pala Montefeltro. También llama poderosamente la atención el famoso Tintoretto Miracolo di San Marco con esa perspectiva increíble, el cuerpo del santo colgando, la luz, la luz de Tintoretto... En las últimas salas se pueden ver pinturas de artistas italianos del siglo XIX tales como Appiani, Hayez (magnífico Il Bacio, plena combinación de Ingres y del que vendrá Klimt -sin duda inspirado por Hayez en su célebre El beso), Fattori y su pintura rural (Il Carro rosso), Segantini y su divisionismo espectacular (Pascali primavera), y un descubrimiento total en la pintura "fortuniesca" de Induno y su bonito y virtuoso Triste presentimiento. En fin, resulta imposible detallar una visita a esta pinacoteca, sobre todo cuando he olvidado mencionar el mejor cuadro, el más inverosímil, el más sobrecogedor de todos los tiempos, es decir, vayan ustedes a la sala V y quédense con la boca, y el corazón y el cerebro, abiertos ante el Cristo Morto de Mantegna, ¡aunque esté tras un cristal, por dios!
Web de la pinacoteca: http://www.brera.beniculturali.it/
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