lunes, marzo 17, 2008
Las caras grotescas de El Bosco.
Puede que, junto a Peter Brueghel y Mathias Grünewald, El Bosco fuera uno de esos pintores que comenzara a ir más allá de lo establecido -en pleno estallido renacentista de formas ideales además- en relación a la representación facial humana. Ellos configuraron rostros en los que el dolor, la maldad y toda la miseria del ser humano quedaban reflejados de forma extraordinaria. La motivación -llamémosle así- que experimentara El Bosco para realizar algunos de sus cuadros, para plasmar determinados rostros, determinados monstruos imaginados, para concebir acumulaciones de carnalidades en apariencia caóticas, es todavía hoy un auténtico misterio. ¿Locura?, ¿iluminación? No hay que olvidar sin embargo -para hacer una reflexión más o menos seria- que los cuadros de El Bosco son en su mayoría bastante simbólicos y llevan adjuntas grandes dosis de moralidad lo que lejos de convertirlo en un pintor satánico lo definen más bien como todo lo contrario. Al margen de cualquier especulación no documentada es de común reconocimiento que El Bosco es uno de los grandes genios de la historia de la pintura. Cuando uno presencia sus cuadros se sorprende al observar la técnica tan exquisita de su pincelada, el colorido tan magnífico de sus fondos, es ese tipo de obras frente a las que uno está continuamente preguntándose ¿cómo ha hecho esto? ¿cómo? ¿cómo? Por otro lado puede que sea el pintor antiguo sobre el que más se haya escrito -más sobre el significado de sus obras que sobre su propia vida, la cual está repleta de lagunas-, amén de reunir a grandes masas de admiradores tanto de público general -siempre ha gozado de la simpatía de los aficionados- como de entendidos en arte. En el Museo del Prado en Madrid la sala destinada a El Bosco -donde se encuentran El carro de heno y El jardín de las delicias, entre otros- es una de las salas más incómodas de visitar -¡siempre está llena de gente! Se cree que Jerónimo van Aeken nació en 1450 -o próximo a este año- en la ciudad holandesa de Hertogenbosch, latinizó su nombre a Hyeronimus y adoptó el nombre artístico de Bosch, extraído del nombre de su ciudad natal, para diferenciarse de las obras de su hermano quien era dueño del taller de la familia van Aeken. Como indica Paz García en su Breve historia de la pintura El Bosco se mantuvo alejado de la tradición artística de Flandes "por lo que es considerado como un genio independiente", así "su pintura, de altísima calidad, no estaba tan preocupada en mostrar los valores volumétricos, el modelado mediante el claroscuro o la iluminación natural", "el interés de su obra residía en mostrar con ironía las pasiones encontradas del siglo que le tocó vivir." Del Cristo cargando la cruz -ya que estamos en SS- del museo de Gante, Walter Bosing escribe "por entre estas cuatro figuras -Verónica, Jesucristo y los dos ladrones- se agita una turba clamorosa que entorna los ojos y lanza miradas amenazadoras y malignas a sus víctimas. Sus caras alteradas y deformes arden con un resplandor terrible contra el fondo oscuro. Éstos no son hombres sino demonios, encarnaciones perfectas de todos los deseos y pasiones que jamás hayan podido mancillar el alma. El Bosco nunca había transmitido a la fisonomía humana un carácter repulsivo tan intenso, y se ha llegado a pensar que le sirvieron como motivo de inspiración algunos dibujos de cabezas grotescas que realizara Leonardo. No obstante es probable que haya recurrido igualmente a los artistas alemanes, quienes durante siglos habían dotado de rasgos monstruosamente deformes a los torturadores de Jesucristo. En medio de esta vorágine de perversidad, los rostros de Jesucristo y de Verónica denotan singular serenidad y retracción", lo que explicaría la superioridad de Jesucristo sobre los placeres de la carne. La Verónica -una figura que no aparece en las sagradas escrituras-, se marcha esbozando "una leve sonrisa" y con la imagen de Cristo impresa en el velo, ocasionando un distanciamiento entre las dos figuras de ojos cerrados -Jesucristo y ella-, como si la Verónica tuviera suficiente tras haber conseguido su "trofeo" en forma de velo marcado y Jesucristo se dirigiera sin esperanzas hacia el Cadalso, conocedores de que su encuentro era más una suerte de trámite que una situación con capacidad para alterar el curso inapelable de los hechos -resignación. Es impresionante la contraposición entre el rostro hermoso y delicado de la Verónica y los de los desalmados que la rodean. Y aunque Bosing nombra a Leonardo es cierto que éste hizo muchos dibujos y bocetos de caricaturas deformes y grotescas, sin embargo fue El Bosco quien introdujo estas caras tan expresionistas en sus lienzos -en su obra mayor, digamos-, desestimando la caricatura como un recurso menor y consciente de que el alma humana retorcida podía ser representada de manera "no natural". Gombrich dice "Al igual que Grunewald, El Bosco demostró que los métodos de pintura, que habían evolucionado en el sentido de representar la realidad de manera más verosímil, podían volverse del revés, es decir, ofrecernos un reflejo de las cosas que nadie ha visto jamás". Y en realidad nadie había visto hasta entonces cómo se representaba con tanta intención la cólera, el odio y la "satanización" del hombre en forma de gestos o muecas. Mario Bussagli dice sobre este cuadro del Musee des Beaux-Arts de Ghent: "La composición de Gante, con el Cristo doliente, la Verónica, el Cirineo de rostro firme que se pierde en la oscuridad del fondo, sobre todo con el Buen Ladrón contra el que se descarga la violencia moralizante de un fraile horrible, es prácticamente una tremenda acusación contra la falsedad grotesca del mundo que no sólo ignora bondad y generosidad, sino que no vacila en revestirse de ornamentos sagrados para sostener la injusticia y el fraude. ¿Hay en el dolor íntimo del Cristo o en la duda del Buen Ladrón el reflejo de una pena honda y completamente desconocida desde el punto de vista biográfico del Bosco? Si no conociéramos su fantasía prodigiosa, seguramente que sí, pues no es posible llegar a expresar el tormento de un hombre, sometido a injusta acusación, de una manera tan evidente y clara." Otros detalles a resaltar de la magnífica pintura son el escorzo del soldado que sostiene la cruz y la cara "porcina" del soldado en cabeza, y en este sentido técnico es en mi opinión una de las mejores pinturas de El Bosco.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
pues aunque suene incríble en Santiago de Compostela uno puede hacer 5 años de historia del arte sin estudiar el bosco, así está el tema...de triste. Me ha interesad. Un saludo.
bueno, resulta cuando menos sorprendente esto que me cuentas, nes. Yo sólo soy un aficionado y desconozco qué criterios utilizan en la facultad para incluir a unos pintores y no a otros en sus programas docentes, pero supongo que El Bosco es un artista poco "académico" y entiendo que su figura resulte un poco incómoda a la hora de explicar la evolución del arte ya que su mirada al pasado medievo va contracorriente del movimiento renacentista flamenco y no digamos del italiano, aparte de que la popularidad de su obra puede restarle crédito frente a "entendidos" en arte, saludos.
De acuerdo con el comentario sobre Verónica. Añadiría que le dan el carácter definitivo de vanagloria el hecho de "dar la espalda" al drama del protagonista, y que los rostros más próximos representan envidia (mujer) e ira (anciano). Supuestamente, este personaje representaria una tendencia religiosa (y de la Iglesia)desviada.
Publicar un comentario