Ciclo pintores malagueños.
Las casas torcidas de
Daniel Quintero.
Aprovechando la exposición de Daniel Quintero en el Palacio Episcopal de Málaga (junto a la catedral) se me ocurrió la idea de abrir un pequeño ciclo acerca de pintores malagueños -que no fueran Picasso, claro. Ya pasó por este blog el gran Enrique Brickmann y creo que hay artistas de la ciudad natal del Gran Kovalski como para hacer una serie de entradas más o menos interesante. Daniel Quintero nació en Málaga en 1949. Estudió en la Academia San Fernando de Madrid y se licenció en 1973. Actualmente trabaja en sus estudios de Nueva York, Madrid -donde reside habitualmente-, y Hossegor. Suele exponer en la galería Marlborough de Madrid. Tiene cuadros en museos internacionales prestigiosos como el Victoria and Albert de Londres pero aquí es casi un desconocido. Ahora se ha montado esta exposición que es la primera en Málaga y la mejor exposición retrospectiva que se hace de este autor hasta la fecha, según ha reconocido el propio Quintero. Comentando un poco la exposición decir que está dividida en secciones bien diferenciadas: una dedicada a infancia y dibujos al carboncillo; otra dedicada a su pintura paisajista; otra centrada en sus retratos -donde se distinguen los retratos oficiales y otros más personales como a sus hijos-; y una sección dedicada a bodegones. Lo primero que hay que apuntar es que Quintero es un dibujante virtuoso con una técnica extraordinaria, consiguiendo un efecto hiperrealista en su obra realmente sorprendente y que en ocasiones recuerda a la luz de de la Tour, así dice el artista: "Es una cuestión de estilo, manera de pitnar y habilidad. De niño la luz pintada me atraía sobremanera, nunca he dejado de pintarla y nunca he dejado de buscarla en mis lienzos", y en los dibujos añadiría yo, incluso con más fuerza que en su obra pictórica. Me viene a la cabeza un dibujo de una niña de Antonio López, y realmente Quintero no tiene nada que envidiarle al maestro de Tomelloso en cuanto a sensación de realismo se refiere. Quintero ha realizado retratos de políticos (Suárez, Solbes, Belloch...), del rey Juan Carlos, de magistrados, de Pedro Almodóvar (una horrible posturita del manchego vestido de torero), todos de gran calidad técnica, siempre con un fondo vacuo y monocrómico -en ocasiones utiliza colores mecánicos, antinaturales por decirlo de alguna forma, verdes, celestes o naranjas chillones, ¿un guiño al pop art?- que me da pie a pensar en algunos retratos marginales (bufones, enanos...) de Velázquez, donde los protagonistas parecen flotar, "el color como atmósfera que sustituye al aire que envuelve la figura o el paisaje. Allí es donde es posible arriesgar con un color potente, hacerlo y buscar una nueva emoción en el cuadro evitando los caminos conocidos". Quintero hace una defensa del retrato frente a la fotografía y otros medios técnicos: "El retrato actualizado tiene actualidad porque es único y diferenciado. La impronta de la mano del artista hace imposible su repetición, porque muestra su juicio estético a través de códigos pictóricos singulares que le son propios de la pintura alejándolo del arte elaborado por medios ópticos o mecánicos". Los paisajes urbanos son para mi lo más interesante de este creador. Sus casas torcidas -parecen a punto de desarmarse pero despiertan una gran vitalidad, como si estuvieran animadas- nos recuerdan lo inestable de la existencia, lo imperecedero de la perspectiva prismática, entendiendo la inestabilidad del punto de observación como punto de creación, aún a base de anormalidades morfológicas que lejos de manifestar la incoherencia de lo representado contribuyen a la aceptación de lo transgredido como medio artístico para llegar a la esencia del paisaje. Un tratamiento uniforme del color en las superficies junto a un alto grado de dilución en la materia y una linealidad bien definida caracterizan estos paisajes en los que la figura humana aparece por omisión, delatando la inhumanidad de la urbe o bien la sensación de que todo transcurre tras las paredes de cemento, y oculto entre sus calles, donde la ausencia de cualquier "ruido" anima a la reflexión, "es cierto que me atrae el silencio en las obras, la sensación de que están ocurriendo cosas en el lienzo sin ser evidentes". Los bodegones de Quintero se mueven entre el hiperrealismo (esos pimientos en diferentes estados de maduración) y el surrealismo (disposición aislada y flotante de elementos) y es ésta la vertiente que menos me ha gustado de Quintero, no porque sean malos cuadros -de hecho son increíbles- sino porque después de ver un Morandi con mis propios ojos -en Zurich- han dejado de gustarme el resto de naturalezas muertas, jeje. Por último tengo que nombrar a Balthus porque en algunos retratos de niños (El juego, Los hermanos Quintero) la presencia del polaco es más que evidente, utilizando un estilo más barroco y estilizado que el renacentista -caseínico- tipo "carpaccio" de Balthus (El juego frente a La partida de naipes de Balthus en el Thyssen de Madrid), pero captando esa inocencia fingida de algunos niños que en realidad parecen demonios (los hermanos Quintero con sombreros y contando billetes). Ésta es su web oficial: http://www.danielquintero.com/
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