miércoles, diciembre 05, 2007

Morandi, la obra sincera.



 

Giorgio Morandi nació en Bolonia en 1890. Estudió en la Academia de Bellas Artes de la ciudad y sus primeros óleos sobre cartón revelan una influencia clara de Cezanne. Pronto estudia a los grandes maestros del siglo XV, circunstancia que determinará su particular estilo. En 1911 conoce la obra de Monet en una exposición en Roma, pero Morandi -al contrario que otros compatriotas- nunca viajará a París. En 1913 pinta sus primeros paisajes de Grizzana y conoce a futuristas como Boccioni y Carrá, de hecho expone en la Primera exposición liberal futurista y en la Segunda exposición de la Secesión junto a obras de Cezanne y Matisse. Sin embargo Morandi no se alineará con el futurismo y seguirá la estela cezannista iniciada con una concepción unitaria del espacio y del ritmo compositivo a la que dotará de una personalidad propia como quedará plasmado en sus silenciosos bodegones de sobrios colores y formas rústicas. Como tantos futuristas es llamado a filas en 1915 pero enferma y vuelve a casa, esa inmovilidad forzada repercutirá definitivamente en la solemnidad de sus pinturas solitarias -su rechazo a la guerra también contrasta con el espíritu "guerrero" de los futuristas. Tras la enfermedad experimenta una etapa metafísica junto a De Chirico -otro solitario. Sus cuadros aparecen en la revista Valori Plastici, una especie de "guardián" clasicista de la época. Tras su época metafísica retorna al bodegón introvertido conformado sobre todo por grupos de botellas y recipientes. Según L. Martí "a partir de 1925, después de los años dramáticos de la primera guerra mundial, Morandi vive sumergido en un aislamiento interior, con el doloroso recuerdo de un mundo perdido que intenta recuperar a través de la reconciliación con el ambiente que le rodea" -menuda juerga. Se ha considerado la calma y delicadeza de las formas de las naturalezas muertas -más muertas que nunca- de Morandi como un intento de contrarrestar el agitado momento político que atravesaba Italia en aquellos momentos. La luz emana de los cuerpos inertes, ni siquiera Mussolini puede alterar esa paz sólida y analítica. Es a finales de los veinte y comienzos de la década de los treinta cuando crea su obra más característica, es decir, composiciones cerradas de colores sintetizados y formas casi cubistas. Morandi renuncia a la fantasía para anteponer una profunda intimidad que contagia al espectador y que bebe de la plasticidad de los renacentistas italianos. En los cuarenta aplica nuevos encuadramientos con visiones normalmente horizontales que sin duda debieron influir en De Stäel. En esa época Morandi expone en las principales ciudades europeas y es cuando nace el Movimiento espacialista que ignora al cubismo y a los postulados renacentistas del espacio. Por entonces ya es pofesor de la Academia de Bolonia donde curso como alumno. Luego clarificará los colores y geometrizará aún más las figuras a la vez que continuará su importante obra gráfica. Su obra es divulgada ampliamente con exposiciones en Londres y Roma, también se suceden los premios. En 1957 su obra llega a Nueva York. Los paisajes -acuarelas- que pinta en su retiro de Grizzana ese año comparten la "silenciosa contemplación" de sus bodegones. En 1962 obtiene el premio Rubens. Muere en 1964, cuatro meses después de terminar su último cuadro. Gombrich habla de Morandi como ese tipo de artista "favorecido por el maravilloso don de equilibrar formas y colores hasta dar en lo justo, y dotado de una integridad de carácter que nunca se satisface con soluciones a medias, sino que indica su predisposición a renunciar a todos los efectos fáciles, a todo éxito superficial en favor del esfuerzo y la agonía propia de la obra sincera". En este sentido Morandi podría equipararse a autores como Giacometti, De Stäel o el propio Balthus. Ignorantes de cualquier ismo -Morandi pudo haberse dejado seducir por movimientos tales como expresionismo alemán, cubismo picassiano, futurismo, dadaísmo, etc...-, fieles a sí mismos en su concepción creativa y curiosamente conseguidores de éxito en vida y con obras homogéneas y poco evolucionadas a lo largo de sus vidas, y curiosamente también se trata de cuatro pintores cuyas obras destilan humanidad y soledad.

1 comentario:

ESPASUA dijo...

Pensaba que nunca salió de su tierra, la verdad muy interesante el artículo, saludos. josepedro