
En el libro de microrelatos de Tomas Bernhard El imitador de voces hay uno que se titula Autor caprichoso. En él, un autor de teatro dedica toda su vida a escribir la obra perfecta y única, para ser representada en el mejor auditorio del mundo y por una única vez. Se esconde en el gallinero con una ametralladora y se dedica durante la representación a matar a todo aquel que de entre el público ría en el momento inapropiado.
Es un relato estremecedor, pone de manifiesto la vanidad absolutamente demencial del creador, la inseguridad de su propio porceso creativo, el odio por la humanidad y por la reacción injustificada de ésta hacia lo que él considera lo sublime: su propia obra. Un tipo tan absolutamente enloquecido ¿pudo realmente haber escrito una comedia?, es decir, el público podía reirse realmente en determinados momentos, es decir, la obra tenía una ¿trama humorística?, ¿un humor tan caleidoscópico que podía derivar en una auténtica matanza? El autor, con su metralleta, ¿pudo ir matando a lo largo de la obra a todo aquel que se "equivocara" al reírse?, el resto continuaba allí, intentando reir en el justo momento, sabiendo que un error podría resultar fatal. Al final todos mueren, es decir, nadie rió cuando debía reir, es algo tan desolador que nos hace reflexionar sobre el emotivo encuentro entre creador y público. ¿Era este autor teatral un reflejo de la propia mente de Benhard?, ¿se sentía Bernhard incomprendido? Yo me pregunto si también debía haber matado a todo aquel no riera cuando debía reírse, pues ya sabemos que es grave que alguien se tome a risa algo que tú has pretendido que resulte serio pero también sabemos que es mucho peor que alguien no ría una gracia que tú consideras absolutamente desternillante, llegas a preguntarte, ¿qué tipo de bazofia humana se ha reunido aquí?, ¿por qué diablos he tenido que estar escribiendo esta obra durante toda mi vida hasta considerar el resto de la existencia una absoluta banalidad?, ¿era necesario que la expusiera a la chanza de toda esta basura humana, de esta gente que intenta desacreditar cualquier intento de expresión artística con sus rudimentarias risas cultivadas en la ignorancia y en la inestabilidad de sus propias convicciones, tanto sociales como religiosas como existenciales?, ¿era necesario que el autor se sometiera al veredicto de la opulencia consumista o simplemente era el vehículo perfecto para acabar con todos ya que en todo momento el autor teatral conocía el auténtico fin de semejante representación?, y si esto era así ¿por qué no decidió suprimir su personalidad, no digo ya que se inclinara al suicidio, sino más bien por qué no hizo una desautorización de su propia identidad, manifestando la impregnación que el contexto le validaba para así ejercer una nueva actuación humana que no recalificara su proceso creativo, de forma que cualquiera pudiera reirse cuando y cuanto considerara menester? Lo cierto es que los actores continuaron su trabajo sin reparar en los horribles asesinatos que se estaban llevando a cabo en el patio de butacas. ¿Significa esto que la presencia del arte llega a anestesiar hasta los más básicos soportes éticos del individuo? Es decir, ¿salvaría usted a un ser despreciable del incendio de un museo antes que a "El nacimiento de venus" de Cabanel? , y por si hay algún maledicente por ahí que se mofe de este cuadro tan "bonito", ¿salvaría en ese caso a un ser despreciable antes que a Mujer con virginal de Vermeer o antes que a los girasoles de Van Gogh o antes que a Las meninas de Velázquez? Es decir, yo me planteo ¿qué valor puede tener la vida humana frente a la obra de arte?, ¿es ésta una situación de nacimiento devorador de su propia maternidad, ya que el arte no es otra cosa que un producto de la sensibilidad del ser humano, algo que puede acabar con su propio destino e incluso con su propia vinculación con el arte y con la existencia en general? ¿Cuando Bernhard escribió este breve relato de media página intervino con su genialidad narrativa inigualada en favor del ser humano?, a pesar del odio que pudiera atesorar él hacia la humanidad, no obstante, esta defensa tan absolutamente desequilibrada nos mueve a pensar lo absolutamente contrario, y paradójicamente nos prepara para una postura que en un principio no hubiésemos estado dispuestos a considerar, es decir, en último momento creemos que todas esas personas del público han muerto coherentemente, ya que de alguna manera en ellos vienen materializados todos esos individuos que en algún u otro momento de nuestras vidas nos han fastidiado la percepción de una obra de arte, ya sea en un museo, en un teatro, o en un cine, y el odio que nace hacia el desconocido es el odio más perverso y aniquilador, y por eso cuando leemos el relato de Bernhard sentimos como si todas nuestras frustraciones anteriores en episodios de admiración de lo creativo quedaran absolutamente vengadas, y esa es una de las razones por las cuales nos congratulamos al leer a Bernhard una y otra vez, y por eso lo idolatramos y lo consideramos como el más grande creador de todos los tiempos.
"Uno nunca sabe quién es. Son los demás los que le dicen a uno quién y qué es ¿no? Y como esto uno lo oye millones de veces en su vida, por poco que ésta sea larga, acaba por no saber en absoluto quién es. Todos dicen algo distinto. Incluso uno mismo está siempre cambiando de parecer."
Thomas Bernhard.