viernes, julio 10, 2009


Historias de Milano (V):
En la Galleria d´Arte Moderna.
Después de dar un paseo por el parque más grande la ciudad, el Jardín Público Indro Montanelli -con la figura dorada del escritor y periodista en la entrada del mismo-, podemos salir a Via Palestro y entrar en la Galleria d´Arte Moderna, ubicada en la Villa Belgiojoso Bonaparte, un palacio donde vivió Napoleón en 1802, frente al Museo de Historia Natural. También conocido como Museo dell´Ottocento en sus primeras salas se puede ver una buena colección de esculturas neoclásicas de artistas como Canova (Ebe), Schadow (Filatrice) o Pompeo Marchesi (Vamicia piange). Pronto empezamos a descubrir cuadros de italianos del siglo XIX como Incendio in porto de Fidanza (un fuego tan enardecido como los del infierno del Bosco), la Vendetta de D´Azegio (que recuerda a algún grabado de Goya por la desolación del asesinado en el camino): la hermosa Odalisca de Mussini (foto); o esa Susana y los viejos que es morena y obra de Sogni. También alberga la Villa -donde hace mucho calor y desde cuyos ventanales podemos observar el jardín trasero, un lugar donde en aquellos momentos unas jóvenes modelos posan con trajes de época para alguna publicación de moda- algunas obras de Hayez, el pintor romántico nacido en Venecia autor de El beso y que dirigiera la Academia de bellas Artes de Brera en 1850 -su figura preside un jardincito en un lateral de la Pinacoteca. Y si en la Pinacoteca Ambrosiana veíamos una Maddalena bellísima, con el hombro desnudo y un giro de la mano absolutamente imposible, en este museo está otra Maria Maddalena, de 1825, rubia y completamente desnuda, con una calavera en su regazo y portando una cruz de madera, así como su conocida Melancolía. Otros pintores que decoran las paredes de esta Villa son Mosé Bianchi -con su sensual Cleopatra-, Bernasconi (Bice del balzo); o Feragutti (Visconti). Preciosa y enigmática es la escultura de Pietro Magni, la lectora (Leggitrice), y muy interesantes son las salas dedicadas al escultor Marino Marini. Una buena colección de Induno (¿el Fortuny italiano?) con pinturas como Scuola di Sartive, Incendio, L´Antiquario, Studio figura femminile, y de Segantini (Dea dell´amore, la entrañable Due madri -foto-, y L´angelo della vita). Finaliza la visita al primer piso el Pelliza da Volpedo, Fiumara. Al comienzo de la visita en recepción te prestan una guía con las obras expuestas -ya que algunas no están tituladas-, pero atención, esta guía solo se ocupa del bajo y del primer piso, y puede pasarnos lo que a mi, que me fui del museo sin ver la segunda planta, donde están expuestas muchas obras que irán al museo del novecento y que temporalmente se exhiben en esta Villa Real -es lo que deduzco, igual estoy equivocado. Dos días más tarde y ante mi inquietud por no ver suficientes Boccioni o Morandi volví a la Galleria y confirmé lo que me temía, que existía un segundo piso (la colección Grassi). Como el museo es gratis la verdad es que me llevé una alegría ante esta circunstancia, de modo que dediqué otra tarde a ver el resto del museo, y donde puede verse como curiosidad al inicio un Fortuny (Retrato de Sorolla). Es importante la colección de pintores macchiaioli, seudoimpresionistas italianos ocupados en "manchar" el cuadro -de ahí el sobrenombre-, y en cuyo grupo se engloban artistas de pintura rural tales como Fattori (Cavallo nero, Cavalleggero, de 1890), Silvestro Lega (La fienaiola, Passa il viatico), o Boldini, más afrancesado y con títulos impresionantes como Busto di giovane donna con fiore, l´americana, o Via di Parigi, de 1883. Frente al Cavalleggero de Fattori no pude evitar acordarme del militar de El desierto de los tártaros de Buzzati, volviendo a la ciudad, quien sabe si para quedarse definitivamente y salir de una vez por todas de la fortaleza del desierto. Vemos algunos fauvistas como Bonnard (grande Bonnard con su Interno de 1912) o de la etapa francesa de Gauguin (Paessagio in Bretagne) e impresionistas como Renoir o Manet, tambien un Van Gogh. Un singular bodegón de Ensor (Natura morta, de 1890) y una sala repleta de carteles de Tolouse Latrec. También dibujos de Corot y de Paul Cesar Helleu (Hellen Helleu, La Contesse de san Martino). Varios cuadros de Armando Spadini, pintor cuyo estilo se debate entre el impresionismo y el expresionismo, con una gran riqueza matérica y de colorido y dibujo excepcionales (Bambini e fiori de 1922, Alberi e construzioni, de 1919, Viale a Villa Borghese, de 1913, Via Paisiello, de 1919, Anna in bianco, de 1918, o L´edera de 1922), y de Antonio Mancini, un autor perteneciente al movimiento verista y que trabara amistad en París con Sargent y conociera a gente como Degas y Manet (Ragazzi de 1883, la políticamente incorrecta Bambina nuda, La lacrima de 1900 y el fabuloso cuadro In campagne de 1921). Por fin algunos Boccioni (Testa y Riratto della madre), otro futurista como Balla (Autorritratto, Cipressi, Velocitá d´automovile y Fidenzata a Villa Borghese), aunque su cuadro más famoso Joven corriendo en un balcón estaba prestada a una exposición y no pude verlo. Por último reseñar algún que otro Morandi, paisajes y naturalezas muertas evidentemente, como Natura morta de 1948 y Paessagio de 1934. Me gustó el paisajista Arturo Tosi del que hay unos cuantas cuadros como Campagna con alberi de 1909, Paessaggio de 1908 y Vallata. En general fueron dos visitas muy productivas a un museo que recorre el XIX italiano y que además depara alguna que otra sorpresa como esos dibujos de Corot y algunas obras del siglo XX.

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