Juan de Borgoña y Piero della Francesca:
Renacimiento español versus Renacimiento italiano.
En otro capítulo dedicado a la pintura del Renacimiento en España El gran Kovalski aborda la figura del gran Juan de Borgoña (otro pintor asimilado) y contrasta su obra Resurrección con la Resurrección del gran Piero della Francesca. De los orígenes de Juan de Borgoña conocemos aún menos datos que de Juan de Flandes. Algunos dicen que era francés -por aquello del sobrenombre-, otros que era español, y nadie dice que fuera italiano aunque sí está aceptado que estuviera en Italia a principios del siglo XVI aprendiendo de los maestros del cuatrocento. A destacar entre su producción tenemos los frescos de los claustros de la catedral de Toledo de 1495, el coloreado del Retablo gótico de escultura de la Capilla Mayor de 1500-1504; los paneles en la Capilla de la Universidad de Salamanca; el Retablo de la Catedral de Ávila, y así tenemos noticias suyas hasta 1536, por ejemplo El sueño de San José data de 1535. Pero su obra más importante quizás sea la que se encuentra en la sala capitular de la catedral de Toledo y que son unos frescos realizados entre los años 1509 y 1511. La Summa Artis habla muy bien de estas increíbles pinturas: "lo que más impresiona son las fantasías arquiectónicas de los fondos, con salas porticadas, sus torres, sus templetes, sus portadas florentinas"; valorando supremamente su calidad en la composición espacial: "complejidad de planos, perspectivas, que ni siquiera Italia superó". Así comenta su hipotética estancia en Italia alrededor de 1507 ya que desde "esta fecha encontramos un arte completamente nuevo, con un panorama italiano ya asimilado, de gran pureza. Es entonces cuando debió conocer y asimilar la pintura de Ghirlandaio. Y también la de otros maestros como Piero della Francesca y Borgognone. En el paisaje se halla cercano a los maestros flamencos y entre los italianos a Filippo Lippi." Se habla de huellas de Botticelli, Lippi, agrupaciones a lo Ghirlandaio y una fuerte influencia del Perugino, sin embargo apreciamos una ausencia de arte romano, tan presente en la obra italiana de aquel entonces, y el uso local de recuerdos mudéjares toledanos en cubrición de espacios, proporcionándole todo ello una personalidad puramente hispana a su pintura. En la sala capitular de la catedral de Toledo encontramos 3 paneles al fondo que representan el Descendimiento, la Piedad, y la Resurrección. Encuentro muy interesante comparar esta Resurrección con la de Piero della francesca de Borgo Sansepolcro, ciudad natal de Piero, y pintada en una fecha comprendida entre 1458 y 1468, los entendidos no se ponen de acuerdo. Aunque actualmente esta pintura se encuentra en el Museo Cívico, originalmente fue concebida para su ubicación en el Palacio del Comendador, es decir, tenía más valor político que religioso. Además la historia de la ciudad está bastante relacionada con el cuadro y con el porte del Santo Sepulcro -no sé adónde lo llevaban por dios, supongo que a Roma. En Piero el paisaje está dividido, a un lado es agreste y seco, a otro es verde y frondoso. No tengo ni idea de lo que significa, supongo que un cambio debido a la Resurrección del Señor. En Borgoña el paisaje es más distante, más puro, como meramente decorativo. En Piero la visión está dividida en tres planos: uno con los soldados durmiendo-y la increíble postura del soldado de la derecha que parece apoyado sobre una pared de cristal, dándonos la espalda, uno de los momentos más impresionantes de la pintura de este período-; otro con el Cristo -lejos de ser grandioso se muestra como un tipo algo demacrado, aunque musculoso, y sin ánimo de armar líos, mirando a no se sabe dónde, tampoco sabemos qué quiere ni por qué no deja dormir a los soldados-; y un tercero con el paisaje -que a fuerza de no estar integrado se presenta como un personaje más de la escena. En Borgoña la visión total es más convergente, con los distintos planos interaccionando entre sí, es en este sentido una pintura mucho má moderna, con un Cristo más majestuoso, casi asustando a los soldados que aquí no duermen salvo uno -como si homenajeara así a la pintura de Piero e incluso en una postura que recuerda al guardián de la tienda de Constantino en La visión ( o El sueño) de Constantino en Arezzo. Técnicamente es superior a la obra de Piero, sin embargo en Piero existe un manejo de los picos perspectívicos que convierten la pintura del italiano en un prodigioso poliedro donde las figuras parecen jugar un espacio vital, dando la sensación de que si tocáramaos alguna de esas piezas todo el montante global se derrumbaría. En Borgoña, si bien la composición ostenta un gran equilibrio es también cierto que la estabilidad de la misma no parece que se resienta si decididimos hacer algún que otro ajuste. No me pregunten cómo se explica esto porque no lo sé, es sólo una sensación, igual me dio demasiado el sol esta mañana. Los colores más vivos y el dibujo más natural de Borgoña hacen de su Resurrección una pintura más agradable de ver. La obra de Piero nos transmite una carestía, un cierto primitivismo que nos retrotrae al mundo antiguo anteriormente citado. En resumen, dos grandes obras de dos grandes maestros. Podríamos echar en cara a Juan de Borgoña que se inspirara en la obra de Berruguete o incluso directamente en la de Piero, pero es que Piero probablemente estudiara con profundidad a Domenico Veneziano, y éste quizás a otro gran maestro, de forma que la evolución de la historia del Arte se conformaría finalmente gracias a pequeños -o grandes en algunos casos- pasos de los grandes artistas, sin que podamos asignar a un solo nombre el peso de todo el movimiento renacentista, así que "nuestro" Borgoña no tiene nada que envidiar a los italiani, por favor, que tiene obra en el Louvre, Bowes Museum y el Prado, un poco de orgullo patriótico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario