El pintor inglés David Hockney ha aparecido en este blog en multitud de ocasiones. Curiosamente siempre referido a su obra escrita El conocimiento secreto (El redescubrimiento de las técnicas perdidas de los grandes maestros), a través del cual el artista intenta desempolvar antiguas técnicas ópticas utilizadas por los pintores del Renacimiento y del Barroco. No se nos escapa que David Hockney es ante todo -antes que investigador del arte, incluso- un pintor de gran relevancia mundial. Uno de los grandes autores británicos de la actualidad -quizás el más valorado junto a Lucien Freud. Robert Hughes comenta sobre uno de sus cuadros: "Quizá sólo un extranjero podía concebir una imagen tan afectuosa de la buena vida vacía bajo el sol californiano como la vemos en La gran zambullida (1967), de Hockney, cuya índole moderadamente astringente la aleja del hiperrealismo norteamericano con sus exageradas acumulaciones de incidentes en el contexto suburbano, pero es la manifiesta maestría de los medios lo que le da vida a esa composición: el absoluto virtuosismo de Hockney para representar los blancos velos de agua que el cuerpo hace saltar en el aire tras ser engullido por el azul, la desaparición contemplada por la ausencia, con todos los grados de estilización en un equilibrio perfecto.
No es de extrañar que Hockney, el Cole Porter de la pintura figurativa, tantas veces y tan exageradamente fuera considerado su Mozart." Vale, pero hubiera molado que hubiese pintado a la bañista. Hockney nació en 1937 y su pintura podría incluirse en la corriente pop-art. Afincado desde los años 60 en Los Ángeles, se relacionó con Andy Warhol y Dennis Hopper -no me pregunten por qué, ¿no podía haberse relacionado con Mark Rothko y Edward Hopper por ejemplo? Hockney también es un gran retratista, su afición por el detalle, por la marca vital de cada retratado nos retrotrae a los Van Eyck, Hans Memling o Holbein. The photographer and his daughter, de 2005, nos recuerda al Balthus menos políticamente correcto y también al Picasso de El artista y la modelo. El azul dividido es de una audacia sin igual. La inocencia frente a la perversión. La lozanía frente a la decrepitud. Da miedo, por dios. Uno de mis cuadros preferidos de Hockney es éste de la Tate: Mr. and Mrs. Clarck and Percy:(1970-71), -
foto arriba- en el que aparecen representados la amiga de Hockney Celia Birtwell y su marido Osie Clarck. "Ésta es la pintura más cercana al naturalismo. Yo solía utilizar el término naturalismo oponiéndolo a realismo. Dibujé la figura de Osie muchas veces. La cabeza sola la pinté al menos doce veces." No es para tanto, Giacometti las pintaba mil veces y además no las borraba. En esta pintura Hockney resuelve el distanciamiento de la pareja. Era un regalo de bodas y la pareja se separó antes de que el cuadro estuviera terminado. La próxima vez dése más prisa, señor Hockney. El gato vuelve a recordar a Balthus, pero está de espaldas, como si fuera ¿de papel? La luz que penetra como a hurtadillas es impresionante, y dota a los protagonistas de una sombría presencia.
Una frágil pero persistente idea de levitación nos aborda al contemplar sus formas casi despegándose del suelo. Es una realidad tan diáfana que se aleja del realismo en sí. Es la característica más personal de Hockney. Sus colores fríos y uniformes conforman una impresión de ingravedad que nos transmite a la vez una gran paz y serenidad. Es en definitiva un pintor más cercano al Renacimiento flamenco que al naturalismo caravaggista o al hiperrealismo ingresiano. A veces pensamos en Hopper -ausencia, soledad-, a veces en Balthus -representativamente porque matéricamente se encuentra en las antípodas del polaco-, casi nunca en Bacon -aunque sus incios fueron expresionistas-, a veces en Holbein -en sus retratos-, a veces en ¡Rousseau! -por la fría distancia de los personajes. Este año Hockney donó a la Tate Britain su cuadro más grande (12 mx 4,5 m). Titulado Bigger trees near Warter (Árboles más grandes cerca de Warter) -
foto abajo-, está compuesto por la conjunción de 50 lienzos -eso para mi es currárselo.
4 comentarios:
Estimado kovalski, cómo se nota que está usted comentando pintura moderna, es uno de sus post más divertido y más desinhibido.
No puedo añadir más de lo que usted señala; sí me parece que tiene mucha relevancia en su pintura una técnica prodigiosa y aparentemente fácil, algo que desgraciadamente para los reaccionarios como yo se ha perdido totalmente. Véase la cúpula de Barceló.
gracias,pirlosky,es que de arte moderno cualquier mercachifle -incluido yo- puede opinar impunemente,tal es el terror del que corrige a que el tiempo lo ponga en ridículo. Y ciertamente Hockney es uno de los pocos pintores actuales que conserva la esencia del dibujo y la pulcritud de los colores y las superfices, y a juzgar por sus últimas obras no ha perdido esa destreza,¿puede que hasta estemos ante su etapa de mayor creatividad?cuando sobrepasa los 70 años,como le sucediera a Tiziano, Picasso o Poussin.
Acuerdo en un todo con la opinión de kowalski acerca de la pintura de Hockney. Es cierto lo de los mercachifles. Con respecto a lo de la edad ¿podríamos agregar a Monet, a Miguel Angel y a Diego Rivera?
Ah, y a Freud.
pues sí, buenos apuntes de pintores longevos,
gracias por tu comentario, Eduardo
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