jueves, julio 12, 2007

Historias de Zurich (3): Allora-Calzadilla.




Un sábado por la mañana se puede pasear por la zona noroeste de Zurich con total tranquilidad. No te preocupes, puedes caminar desde la estación Banhof de tren hasta el Museum für Gestaltung (Museo de diseño) por la Ausstellungsstrasse sin que nadie te moleste, y luego dirigirte a las galerías de arte moderno más reputadas de la ciudad, es decir, el Migros Museum y la Kuntshalle, por la larguísima Limmatstrasse, con la total seguridad de que pensarás que estás en una ciudad fantasma, sensación que no desaparecerá una vez entres en los museos, ya que con mucha probabilidad serás el único visitante de los mismos. En el museo de diseño había una exposición titulada Stuhl Haus Stadt que debe significar algo así como la ciudad casa silla, en la que se presentaban los trabajos que los arquitectos Haefeli, Moser y Steiger realizaron en pleno siglo XX en Suiza y cuya actividad contribuyó al establecimiento del modernismo en el país. Obras a destacar serían: el Universitätsspital Zurich y el Zur Palme, dos edificios que ayudaron a que la arquitectura suiza tuviera cierto reconocimiento fuera de sus fronteras. En el Migros Museum había una exposición bastante interesante de Rachel Harrison, "Voyage o f the beagle", donde la artista neoyorkina combina fragmentos de cultura pop con hand-made, y esculturas que encuentran su sitio dentro de instalaciones. Sin embargo lo más sorprendente se encontraba en el mismo edificio, en la sala Kuntshalle que albergaba una exposición de la norteamericana Jennifer Allora y el cubano Guillermo Calzadilla. La muestra estaba compuesta por cuatro obras: dos en forma de video arte, una escultura-instalación, y una instalación llamada Wake up que daba más susto que otra cosa. El primer video titulado "Returnig to sound"(2003) fue realizado en Vieques, Puerto Rico, una isla donde hace 60 años los americanos y la OTAN realizaron ejercicios militares de explosivos. En él, Homar, un activista y desobediente civil (?) recorre la isla poblada de explosivos con una moto a la que le ha acoplado un trombón en el tubo de escape. Se adentra en zonas de alto peligro pero él va admirando el paisaje como si nada. Yo pensé que el tipo iría a tomar viento de un momento a otro pero lo cierto es que llegó al final de su recorrido intacto. El otro video se llamaba "Unrealizable goals"(2007) y es de nuevo un video protesta realizado en Kitakyushu, Japón, considerada la aparente contradicción del derecho japonés al rearme mientras sigue vigente su constitución pacifista. Imágenes de gran belleza y también de gran ofuscación, con un tipo tocando la trompeta ¿encima de unos árboles? Bueno, ya sabemos que esto del video-arte tiene sus licencias poéticas, es decir, cuanto peor se vea y más absurdo sea todo, mejor. La escultura "Clamor" de 2006 presenta una especie de búnker del que sale un ruido cacofónico donde se adivina una banda de música tocando música de guerra -como himnos de resistencia del Viet Cong- y un grupo de rock -Twisted Sister entre ellos. Eso es todo, no me pregunten nada, gracias. En Wake Up los artistas te introducen en una especie de pasadizo claustrofóbico donde resuenan unos sonidos infernales, al principio te hace gracia y luego empiezas a temer lo peor. Cuando llegas al final una pantalla luminosa exhibe unas declaraciones inconexas que no llegué a descodificar.Con la sensación de que mi vida iba a peor -pero que mi status cultural subía enteros a pasos agigantados- salí de aquellas dos salas. Estaba adentrándome en terrenos muy complejos, el de la creación contemporánea. Para intentar aliviar mi eventual estado de angustia y terror me fui a la otra punta de la ciudad, cerca del Zurich Horn Park, a disfrutar de la exposición Jugendstill l'air d'un temps en lo que significaba la reapertura del Museum Bellerive. No estaba Klimt pero sí estaban Frida Hansen, Tiffany, Morris, Gallé, Henry van de Velde y otros. Una exposición modesta y agradable, lo que me llevó al siguiente pensamiento: la exposición era inútil en sí, ya que en ese punto y hora yo ya estaba convencido de que para que la cultura hiciera efecto en nuestro organismo éste debía superar pruebas hostiles y disparatadas, de forma que cualquier cosa que representara un disfrute no formaba parte más que de una cultura de masas, absurda y vacía.

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