lunes, mayo 14, 2007

Toral y sus maletas.


Cristóbal Toral no es malagueño pero como si lo fuera. Nació en el año 1940 en Torre Alhaquime, Cádiz, y actualmente está en proyecto la creación de un centro de arte Cristóbal Toral en Antequera, ciudad donde pasó su infancia y donde se inició en el dibujo. En la misma Antequera Toral tiene reservada una sala en el museo municipal situado en el palacio Nájera de forma que a pocos pasos del conocido Efebo romano podemos encontrar unas cuantas maletas de Toral. Es un pintor moderno que no responde a los típicos parámetros del pintor moderno, este comentario absurdo de van helsing obedece a que Toral es un pintor accesible al gran público. Pertenece al estilo denominado realismo mágico, algo así como el García Márquez de la pintura. Su obra es figurativa y de gran realismo, aunque realizó acercamientos a la abstracción -en realidad otra forma de realismo sugún sus propias palabras: «el debate entre abstractos y realistas, en realidad no ha sido más que un debate entre dos realismos diferentes, lo importante es que el pintor tenga capacidad de crear». El propio pintor escribe en sus memorias: "me debatía en solitario en mi estudio de la tercera avenida entre la abstracción y la figuración (...)", lo que nos hace pensar que el dilema figuración-abstracción es una asignatura pendiente en el artista contemporáneo, y quizás sea el dilema más importante de los últimos cien años en cuanto a arte se refiere; y tras el impacto que supuso para él la muerte de Mark Rothko continúa: "En enero de 1970, después de haber reflexionado durante varios meses, decidí tomar de nuevo la figuración". Bueno, no creo que Toral realizara la relación abstracción-suicidio pero todo es posible. La clave puede estar en que el dibujo siempre ha sido fundamental para Toral:"Yo estaba convencido de que aprender a dibujar era muy importante para llegar a ser un buen pintor. Había leído las opiniones que sobre el dibujo tenía Miguel Ángel Buonarroti, que afirmaba que cuando se conoce el cuerpo humano en profundidad y se sabe dibujar, el artista no tiene problemas con las proporciones ni con el espacio aunque se enfrente con grandes superficies como la Capilla Sixtina". Inevitablemente el nombre de Toral está asociado a sus bodegones y sobre todo a sus maletas. Recuperemos algunas líneas del catálogo de la primera exposición en 1966 en el club del diario El pueblo "El pintor Cristóbal Toral plantea sus cuadros desde un espacio esférico. Es decir, desde un mundo en el que todo flota y a la vez tiene peso; esta unión de la ingravidez y la densidad corpórea ha creado una perspectiva en la que no hay gran diferencia entre cielo y tierra". Es un comentario que hoy día sigue teniendo vigencia lo cual nos define a Toral como un pintor de gran homogeneidad en su obra. Parecía increíble cómo este hombre, después de las calamidades que tuvo que pasar viviendo en el campo con su padre, casi en la miseria, recorriendo cada día kilómetros a pie para poder ir a la escuela de arte de Antequera, había conseguido exponer y convertirse con el tiempo en uno de los artistas españoles más importantes de su tiempo. La envoltura onírica que ostenta la obra de Toral nos recuerda lógicamente a Dalí, y la sensación de ingravidez a mi me recuerda a Tápies, siendo el catalán sin embargo un artista completamente diferente a Toral, pero en ambos aprecio ese compromiso con la verdad y con lo excepcionalmente pictórico, es decir, en ellos veo que la pintura supone el más grande fundamento expresivo del ser humano, al menos ellos parecen estar convencidos de esto. Es fácil decir que las maletas de Toral representan el viaje continuo del hombre moderno. Por motivos laborales, turísticos, el hombre tiene necesidad de viajar, de alguna forma es su modo de aspirar a un cambio, a un cambio que nunca sucederá en la mayoría de los casos, un cambio que sólo existe como esperanza más que como posibilidad alcanzable. Es por esto por lo que yo veo en las maletas de Toral un viaje más interior que real. Veo en las maletas casi abandonadas -nadie parece reclamarlas- la sensación de soledad que rodea al hombre moderno, una soledad que no le ata a la hora de abandonar su lugar de origen, una soledad que facilita el viaje, que lo condiciona y que de alguna manera lo impulsa. Pero es un viaje que sólo funciona en el sueño de un mundo que no nos pertenece. El hombre moderno piensa que en cualquier sitio estará mejor que en el que se encuentra, en cierto modo le deprime existir en el lugar que nació, un lugar determinado por el azar, y por eso sueña continuamente con hacer las maletas y alejarse para siempre en busca de una realidad mejor -una idea errónea realmente ya que el cambio sólo es fructífero desde la reconversión de la identidad, ¿quizás a través de la pintura y del arte en general? No es de extrañar esta obsesión de Toral por el viaje ya que sus comienzos como he dicho fueron muy duros. Leyendo La vida de una maleta, autorretrato de un pintor uno percibe la grandiosidad del ser humano, la honestidad y la humildad de alguien que empezó de la nada -hoy día un héroe inidentificable- y que acabó conversando con un astronauta que viajó a la Luna -una de sus grandes obsesiones: el espacio sideral, cuenta en sus memorias cómo instaba al embajador en Washington a que le consiguiera un encuentro con Michael Collins "Yo le había prometido a cambio que llevaría un cuadro que representaba un astronauta en la Luna para donarlo al Smithsonian Institute", sucedió esa comida en la embajada y "Michael Collins bromeó conmigo invitándome a que en el próximo vuelo le acompañara con papel y lápiz para tomar de cerca apuntes de la luna". Sin duda un viaje a la Luna era el viaje más lejano y solitario que podía realizar el ser humano y puede que esa obsesión por lo espacial tenga que ver con la ingravidez de sus bodegones y por la luz huidiza que caracteriza sus cuadros, una luz que sólo es un recuerdo en medio del espacio, deambulando por las estrellas. Toral también cita a los clásicos con la astucia del que homenajea a través de la parodia, y aún sin ser éste el momento clave de su obra sí nos convence definitivamente de que el motivo principal en la pintura de Toral es la maleta (como en La familia de Carlos IV de Goya), aunque también podemos interpretar que si esta gente hubiera hecho las maletas en su momento otro destino le hubiera deparado a nuestro país, y así realiza una reflexión acerca de lo inamovible de los acontecimientos históricos, como si de una balanza que pulsara lo estático ante lo modificable se tratara, y a su vez como si el valor de una maleta fuera más allá de la iniciativa del viajero, es decir, como si esa maleta representara a su vez el camino deshecho que quedara atrás, incapaz de replantear su pasado pues habría desaprovechado su oportunidad para siempre. Finalmente me quedaría con una interrogante que despierta mi interés: ¿qué hay en las maletas de Toral?

5 comentarios:

PROYECTO KA dijo...

Estimado van helsing, yo creo que toral representa con sus maletas una situación de cambio continuo. Creo también que ésta es, de las situaciones que puede vivir el ser humano, una de las más aterradoras, por todo lo que tiene de impredecible y la indefensión que produce habitar siempre en territorio desconocido. Bueno, no sé si es la más aterradora, pero sí sé que es la menos humana, porque todo lo que nos hace ser humanos surgió cuando el nomadismo dejó de ser necesario. La renuncia a las raíces y con esto a la propia identidad, es lo que llevan los personajes de los cuadros de toral en sus maletas.

k dijo...

señor proyecto: a estas alturas estoy hecho un lío, de forma que ya no sé si las maletas de toral simbolizan la búsqueda de la identidad -como creía en un principio- o la pérdida de la misma -como usted parece apuntar.

PROYECTO KA dijo...

señor van helsing: sí que parece usted liado.
Haber perdido algo y su correspondiente búsqueda son dos acciones bastante relacionadas.

ESPASUA dijo...

Bueno Dani, hacia tiempo que no entraba en tu página y me alegran los cambios, el poder ampliar la foto es una cosa que está muy bien y sobre este artículo último sobre Toral, yo tuve la suerte de ver una exposición muy amplia de su obra en Madrid, hace años, en el centro Colon y de conocerlo en persona en la fortaleza de Bezmiliana con motivo de una exposición, como obra mi admiración y como persona más admiración, se ve una persona sencilla, que sabe donde está y que se aprende mucho de él.
Un abrazo
José Pedro

k dijo...

estimado jp, gracias por tus comentarios que enriquecen el blog, sobre todo si son tan halagadores jeje, un saludo

señor proyecto o señor robot o lo que sea usted, usted es muy astuto pero en realidad la pérdida y la búsqueda no están relacionadas cuando emergen de un mismo punto de partida, es decir, el tipo de las maletas va a perder la identidad -aún no la ha perdido- al abandonar su lugar de origen y además no le interesa el fútbol en absoluto, o bien el tipo de las maletas no tiene identidad -la perdió hace tiempo o nunca la tuvo- y va a la búsqueda de alguna -la que sea, pues ya está desesperado y el madrid no termina de ganar la décima copa de europa, lo cual le fatiga extraordinariamente. son dos posturas antagónicas,creo, no obstante sigo hecho un lío.