lunes, junio 24, 2013

Museo de Bellas Artes de Tours.

Junto al de Orleans, posiblemente sea el Musée des Beaux-Arts de Tours el más importante de la zona del valle del Loira. Cerca de la catedral de St. Gatien, el museo se encuentra ubicado en el palacio del obispado. Sus dos obras más emblemáticas seguramente sean los dos Mantegna de 1459: Jesús en el monte de los olivos y La resurrección. Pero no adelantemos acontecimientos. La primera obra que anoto es una copia de un original perdido de Georges de la Tour (Las lágrimas de San Pedro), procedente de su taller y fechado alrededor de 1646. De Nicolas Prevost (1603-1670) un Triunfo de Judith, pitando para la antecámara de la estancia del cardenal Richilieu (que se situaría junto a un Triunfo de David, atribuido a Artemisia Gentilleschi). De Jacques Dumont llamado el romano es Hércules y Ónfale, de 1728. Unos años antes, en 1718, Jean Marc Nattier (1683-1766) realizó su Perseo presentando la cabeza de la medusa. Vemos un estudio preliminar de Henri de Favanne (1668-1752), La caída de Phaeton, destinado al techo del salón del Chateau de Chanteloup, hoy destruido. Entonces llegamos a los excepcionales Boucher, con su delicado dibujo y su pincel prodigioso.
Apolo e Issé. Boucher.
De Francois Boucher (1703-1770) vemos cuatro asombrosos cuadros. Apollon coronado por las artes, de 1763-66, probablemente forme parte de un proyecto para reemplazar el telón de escena de la Ópera del Palais Royal, destruido en el incendio del 6 de abril de 1763. Silvia huye del lobo que la ha herido, de 1756, es parte de un conjunto de 4 cuadros inspirados por la Aminta de Tasso. Esta obra de  1573 narra los amores del pastor Aminta y la ninfa Silvia. Fueron encargados por la marquesa de Pompadour para su Chateau de Crécy, y adquiridos en 1717 por el duque de Penthièvre. Este cuadro llegó al Chateau de Chanteloup en 1786 después de decorar el Hotel Tolouse de París. De ese conjunto también vemos Amintas vuelve a la vida en los brazos de Silvia, y en él apreciamos unas extrañas distancias desproporcionadas de los brazos tras el ropaje. El cuarto Boucher de la sala es Apolo revela su divinidad a la pastora Issé, fechado en 1750. También en el chateau de Chanteloup, fue decomisado por la revolución en 1794. Esta historia, relatada por Ovidio en el libro VI de la Metamorfosis, concretamente en el mito de Aracne, era muy popular en Francia gracias a la ópera compuesta por Destouches en 1697, Issé. La marquesa de Pompadour, que hizo el papel de Issé en 1749, en una representación que tuvo lugar en el Palacio de Versalles, en el Theatre des Petits Cabinets, encarga probablemente la pintura con ella en ese rol para su chateau de Crécy.
Boucher es considerado "el pintor de la sensualidad femenina" (Historia del Arte, Ed. Anaya). Artista protegido de Madame Pompadour, se inspiró en Correggio "para pintar a bellas mujeres desnudas envueltas en telas sedosas" (en Historia del Arte, Paz García Ponce de León). Varias fuentes coinciden en la deuda de Boucher con Correggio. Pero ¿fuer realmente Correggio un artista tan importante como para crear escuela? Una de las obras cumbres de Correggio (Antonio Allegri, cerca de Modena, 1489-Correggio, 1534) es Júpiter y Antíope, en el Louvre, y fechada en 1524-25. Zeus, en forma de sátiro, se aproxima a Antíope, hija de Nicteo, rey de Tebas, explica Manfred Wundram en su libro Renacimiento, de Taschen: "En su composición, Correggio sustituye el equilibrio clásico del Alto Renacimiento por la asimetría y somete a las figuras a complicadísimas posturas y, sin embargo, las líneas oblicuas paralelas de los personajes principales dan al cuadro un sistema fijo de referencia." También cuenta Wundram cómo el cromatismo de Correggio nace de su admiración por Leonardo y por los venecianos, en especial, Giorgione. Correggio usa modulaciones cromáticas que sustituyen a los contornos coloreados, una técnica que, unida al particular uso de la luz, confiere a las figuras "un cierto aire de ingravidez", dice Wundram. Estas características, asimetría, movimiento, modelación mediante el color, luminosidad, atrevidos escorzos y complicadas posturas son las que apreciamos así mismo en Boucher. Según esta Paz García, aunque Boucher convirtió a la mujer en un objeto erótico, "sus atrevimientos llevaban siempre un toque de distinción. Utilizó una tonalidad lechosa con suaves toques rosados." De Madame Pompadour hizo un fabuloso retrato en 1756, hoy en la Althe Pinakothek de Munich junto al Desnudo en reposo, del que, por cierto, pude ver el año pasado una versión en el Wallraf-Richardtz Museum de Colonia. La levedad y el aspecto casi onírico de sus escenas parecen decirnos algo que a los críticos se les pasa por alto. La pintura de Boucher encierra la ironía de lo ideal, pienso desvelado. Ante esas hermosísimas pastoras, entre velos de etérea frondosidad, se nos ocurre pensar: sí, esto es celestial, acaso ridículamente celestial, ¿nos tomaba el pelo Boucher?
Una de las cinco pastorales de 1743 destinadas al apartamento de la duquesa de Chateanoux en el Chateau de Versalles es La pastora indiscreta, de Nicolas Lancret (1690-1743), un pintor que compartió maestro con Watteau en la figura de Claude Gillot.
Rosalie Duthé. Périn Salbreux.
Hay un hermoso Retrato de Rosalie Duthé, obra de Lié-Louis Périn Salbreux (1753-1817). Catherine Rosalie Gerard Duthé (París 1752-1820) fue una bailarina del ballet de la Ópera y una célebre cortesana de la época, de una belleza excepcional según reconocían sus contemporáneos. Aunque existen numerosos retratos de la bailarina este de Périn Salbreux la presenta en la cima de su gloria.
En La locura de la prometida de Lammermoor, el parisino Emile Signol (1804-1892) narra un episodio de la novela de Walter Scott, La novia de Lammermoor, cuando Lucy, en su noche de bodas, apuñala a Bucklaw y enloquece.
Chasseriau.
Hay cuadros de Alex Gabriel Decamps (Mono con espejo, que recuerda a los monos de Chardin), Eugene Romain Thirion (Judith victoriosa), Eugene Giraud (Mujeres de Argel, una escena que debió asemejarse a la que años después relatara Macke en su viaje tunecino junto a Klee), Theodor Chasseriau, (Jinetes árabes delante de la tienda de un mariscal herrero, que recuerda a la pincelada del Goya más audaz, y que nace producto de la invitación a Argelia del califa para que le haga un retrato, este viaje, en 1846 tendría una gran importancia en la inclinación oriental de su pintura).
También, ilustrando el viaje de Delacroix al norte de África, se encuentran Los comediantes o payasos árabes, de 1848. En esta escena Delacroix capta fielmente la atmósfera y los colores de su experiencia africana de 1832 en Marruecos y Tánger, a través de los personajes y de las vestimentas, una experiencia que fue decisiva en su producción posterior. Gombrich cuenta cómo Delacroix, cansado de los temas cultos de la Academia se marcha al Norte de África para estudiar el brillante colorido y los románticos ornamentos del mundo árabe. Ante un torneo de caballos en Tánger, Delacroix escribe en su Diario que esa escena, con los caballos encabritados y luchando con furia -y que pintó en el lienzo que se encuentra en Montpellier-, parecía tan extraordinaria y fantástica como las imaginadas por Rubens.
Frente a Un egiptólogo (1882) del pintor local George Moreau de Tours (1884-1901) me vienen a la mente el geógrafo y el astrónomo de Vermeer. La familia Cazin pinta a coro el impresionante Les Oubliées.
Hay una sala dedicada a Olivier Debré (París, 1920-1999). Este alumno de Courbusier se relacionó con artistas como Soulages y Nicolas de Stäel, y parece que Tours va a instaurar una fundación con su nombre en  la Escuela de Bellas Artes. Los cuadros aquí presentes son vistas del Loira como Ocre con manchas amarillas del Loira, 1981, Ocre ligero con manchas violetas del Loira turonés, 1981, imágenes de inspiración abstracta que no dejan de lado definitivamente la figuración, la huella de Stäel sigue presente en estos lienzos.
A las 12 del mediodía sale el tren a Lyon que debe dejarme en Chenonceau, así que me quedan pocos minutos de estar en el museo si no quiero perderlo. Es cuando llego al nivel cero y me encuentro con los increíbles Mantegna (Isola de Carturo, 1431-Mantua, 1506. Cristo en el monte de los olivos comparte motivo con el cuadro que hay en la National Gallery.
Mantegna. Cristo en el monte de los olivos.
De este cuadro, del "inglés", Wundram resalta la nitidez gráfica de las líneas (por influjo de Donatello, su verdadero maestro, con quien se adiestrara "en la representación armónica de la anatomía humana, la precisión en el acabado y en la técnica de la perspectiva", Wundram dixit), el gesto de Cristo (vuelto hacia los ángeles), subrayado por las diferentes alturas del paisaje en primer plano y fondo, y por la silueta ascensional de la ciudad y por las tropas a la derecha. Estos apuntes son igualmente válidos para el Cristo de Tours. Existen varios planos, el Cristo -en este caso girado hacia la derecha-, reza ante un solo ángel, las tropas, que se aproximan por la izquierda, proceden de la ciudad -que también revela motivos de la Roma antigua como en la National Gallery- y cruzan un puente. A la izquierda -a la derecha en la National Gallery- un tronco de árbol que refiere el tormento en la cruz. El crítico asegura que la acción principal desarrollada en diagonal descendente es un indicio del carácter inexorable del destino. En Tours este razonamiento permanece, tan sólo cambia la orientación de la diagonal, si bien la agrupación de personajes -apóstoles dormidos, alguno en escorzo típico de Mantegna, y Cristo- es más sólida en Tours que en Londres.
Exvoto. Rubens.
Casi corriendo me doy cuenta de que hay unas salas en el nivel uno que no he visto, ¡el Rubens y el Rembrandt! Afortunadamente no se me pasaron por alto la espléndida Huida a Egipto del de Leiden, ni la extraordinaria Virgen con niño y donantes, Alexandre Goubau y esposa, del afincado en Amberes.
En resumen, el de Tours es otro excelente museo en pleno valle del Loira, considerando que se trata de una localidad de tamaño medio -aunque algo mayor que Orleans, no llega a los 200.000 habitantes-, y con algunos títulos en su colección que hacen obligada su visita. El precio: 5 euros. Guardarropas: gratuito. Horario interrumpido: de 9 a 12:45 y de 14 a 18 h. Cierra los martes. La presencia de visitantes: mínima. Duración de visita: entre 1.5 y 2 h.
Web del museo (muy recomendable): Museo de Tours
Plano del museo.


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