martes, noviembre 09, 2010

Matisse en la Alhambra.



Título de La exposición:
Matisse y la Alhambra. 1910-2010.
Lugar: 
Museo de Bellas Artes de Granada.
(Palacio de Carlos V, Alhambra).
Investigadores: 
Kovalski y Pirlosky.











La muestra se divide en los siguientes apartados:

1. La lección de Oriente.
2. El viaje a España: Matisse y la Alhambra.
3. De Marruecos a Niza.
4. Odaliscas: paisaje interior.
5. Luz y armonía.

Le dije a mi hermano Pirlosky: vamos a ir a las 3 de la tarde, quizás haya menos gente. Pirlosky contestó: no, vamos ahora, antes de comer, ¿quién va a ir a una exposición de un artista del siglo XX en esta ciudad? Gran idea. Tuvimos que guardar cola durante una hora en los corredores de la planta baja del Palacio de Carlos V. Pasados por agua y por corrientes de aire, aguantamos estoicamente a los listillos que se colaban ante la mirada perdida de la vigilante obnubilada. Para acceder a la Alhambra subimos por la Cuesta de los chinos, lugar privilegiado de acceso -casi furtivo pues no hay indicaciones- a la Alhambra desde el Paseo de los Tristes. A medio camino, el desnivel era del 70%, le dije a Pirlsoky: me ha dado un dolor insoportable en el talón. Podemos parar, me sugirió. No, continuemos, le dije, todo sea por ver a Matisse.
Al fin entramos. Antes, un señor vigilante nos preguntó la procedencia. Yo contesté "de Málaga". Pirlosky ni se inmutó. Normalmente este museo es de entrada gratuita para los residentes de la UE.
Lo primero que vemos es la firma de Matisse perdida en una hoja del libro de visitas de la Alhambra de 1910. Al principio llaman poderosamente la atención los cuatro bodegones pintados por Iturrino (2) y por Matisse (otros dos) en Sevilla, con el mismo motivo. Casi me gustan más los de Iturrino. Dice el folleto editado por la organización: "Se pueden ver expuestos por primera vez los tres cuadros que el pintor realizó en España durante ese viaje Bodegón Sevilla I, Bodegón Sevilla II y Joaquina junto a los tres del pintor Francisco Iturrino, amigo desde los días de París, titulados Interior sevillano, Naturaleza muerta y Gitana. Fue Iturrino quien había aconsejado al artista que viniera a Andalucía y con quien compartió estudio en Sevilla."

Hay dos bonitas litografías de odaliscas pertenecientes a la Biblioteca Nacional de París: Gran odalisca con pantalón rayado, de 1925 (54,5x44); y Desnudo con cojín azul a un lado de una chimenea, de 1925 (63,6x47,8). Gilles Néret escribe: "Las litografías, tan numerosas como diversas, que Matisse realiza sobre el tema de las odaliscas testimonian la escrupulosa precisión del dibujante. Uno es testigo de una crisis de conciencia como la que atravesaron en un momento dado de su evolución Renoir (con su período determinado por Ingres) o Degas. Pero en ellos no se constata una audacia comparable, ni una libertad total. Más de trescientos grabados, casi todos sobre el tema de la mujer, jalonan estos años felices, poblados de odaliscas. Son dibujos de un solo trazo", escribe un tal Aragon, "un trazo que concluye con el dibujo entero; blancos, casi como una confidencia."
Hay también cuadros de odaliscas como Odalisca con pantalón rojo, del Pompidou de París, de 1921, y también Odalisca con sillón turco (Odalisca en gris con tablero de ajedrez), también del Pompidou, de 1928. Dice Néret: "Matisse, por cierto, pone menos atención en el orientalismo que en el propio Oriente, más en el objeto que en sus atributos. Y qué mejor forma de demostrar la suntuosidad de la carne, apenas sugerida, y las formas sensuales del sujeto, de apariencia tan real pese a estar apenas bosquejado, que haciéndolos destacar en una tramoya decorativa. Diríase que Matisse es un jugador de ajedrez lanzado a una de esas partidas sutiles y complicadas que tanto le gustan, en las que la victoria es la mujer: arabesco por su cuerpo, ballet de colores por su composición, receptáculo de luz por la decoración de que está rodeada."

Hay también dos cuadros de gitanas, uno de Iturrino y otro de Matisse. De lejos parecen dos Gauguin, conforme uno se acerca paracen dos Otto Müller. La argentina, de 1909 es criticada por Pirlosky por sus perfiles negros. Ahí lo estropeó todo, dijo Pirlosky. Yo le contesto que también criticaba esta técnica en algunos de mis cuadros. Pirlosky mueve la cabeza. El folleto de la exposición dice de este cuadro que: "anuncia la evolución del fauvismo hacia lo decorativo que para Matisse constituía parte fundamental de la expresión artística, y revela referencias anecdóticas de lo que en la tradición francesa del siglo XIX se identificaba como español."
Observamos increíbles detalles de alicatados del templete de poniente del patio de los leones, en una fotografía de 1871. También un fragmento de tejido nazarí del siglo XV, ambos del Patronato de la Alhambra y Generalife. Luego le hago partícipe a Pirlosky de mi idea acerca de que entre los detalles ornamentales nazaríes y los que plasma Matisse en sus cuadros media un abismo. Vamos, para poner esos garabatos en el fondo no necesitaba haber visitado la Alhambra, digo. Él me ignora y continúa con su paseo.
Vemos un bonito bodegón Naturaleza muerta con granadas, de 1947, donde llama la atención la impetuosa franja negra del margen derecho, ah, y que las granadas son de color naranja fuerte.
A la vuelta del viaje que hizo el artista a Tánger en 1912: "Un nuevo entusiasmo aparece en el pintor que tendrá como consecuencia la creación de una de las series más significativas y decisivas en su trayectoria artística. Representado tanto en los trabajos realizados en Tánger, como es La Marroquí (1912), o los realizados a la vuelta a Issy destacando Rincón del artista (1912) donde las referencias decorativas de la Alhambra, evocadas a través del tapiz de las Alpujarras comprado en España y colocado como un moderno zócalo detrás del gran jarrón islámico, se mezclaban con los colores de Tánger." Este jarrón también está expuesto y es el de las gacelas, de la Sala de Dos Hermanas de la Alhambra. Le comenté a Pirlosky que era uno de los cuadros que más me gustaban, sobre todo por la original composición, con la silla amarilla plegable asomando por la izquierda, el gran jarrón a mano derecha, una luz clara y magenta abriéndose paso desde el fondo. Pirlosky me dijo que sí, que era muy original, que conocía otros cuadros con esa misma composición. Me callé y no le pregunté a qué cuadros se refería.
En general una buena exposición, no tan importante como la del año pasado en el Thyssen de Madrid, pero sí muy bien comisariada y justificada, con dibujos, óleos, litografías y objetos nazaríes en conexión con la obra del francés. Y, por supuesto, en un marco incomparable.

2 comentarios:

ESPASUA dijo...

Muy buena descripción, tanto que me ha venido el olor al arrayán de la Alhambra, quizás vaya cuando haya menos cola. Saludos. Espasua

k dijo...

Gracias jp, yo creo que un día laborable no debe haber mucha cola. Saludos. K.