miércoles, julio 21, 2010

Mauritshuis (I).



Historias de Holanda:

El Mauritshuis en La Haya (I).


Eché un vistazo a las notas que había realizado durante mi visita a la Casa de Mauricio, en La Haya. Demonios, me dije, más de 30 páginas repletas de microgramas al más puro estilo Walser. Intentaré resumir el contenido de ellas en al menos 29 páginas, me dije animosa e inconscientemente, aunque para ello tenga que ignorar alguna obra expuesta, me resigné. Desde la Jan Hendrikstraat, donde estaba el hotel, hasta el Mauritshuis -bueno, no sé si llamarla "la Mauritshuis", bien pensemos en "él" como museo o en "ella" como Casa de Mauricio-, había apenas unos diez minutos de camino. Llegué pronto. Era miércoles, la mañana siguiente a mi llegada a la ciudad. El museo abría a las diez. Paseé alrededor del Hofvijver -el estanque de la corte-, vi un grupo de turistas japoneses dispuestos a invadir el país, y cuando pensé que habría una enorme cola esperando para entrar en una de las galerías más importantes del mundo me encontré con que no había nadie esperando para entrar. Con mi Museumkaart -adquirida la tarde anterior en el Panorama Mesdag-, pude acceder al museo pagando sólo 1,50 euros -el precio real es de 10,50 e-. Bueno, basta de rollo, empecemos con la acción. Sala 2 (la sala 1 me la salto porque es la entrada donde hay una funcionaria dando información): HOLBEIN. Retrato de una mujer del sur de Alemania. Fechado en 1525. Qué belleza. Qué frialdad el turquesa de fondo. Otro Holbein: Retrato de un halconero. 1542. Mira desafiante al espectador. Holbein y su virtuosismo. No veo anamorfosis por ningún lado. Todos los Holbein no van a ser embajadores. Por un momento creo que el halconero va a soltar a su ave de presa contra mi, por no saber apreciar el verdadero arte. Pero el halcón no ve, tiene una capucha en la cabeza. Hay otro retrato con halcón de Holbein, el retrato de Robert Cheseman. Quedo de una pieza ante Escena de cocina con Cristo en Emaús, de Joaquim Beuckelaer, fechada en 1560-1565. Allí, al fondo parece verse algo, tras el primer plano impresionante de manjares. La huella de su tío y maestro Pietr Aertsen queda patente. Me gusta -y así lo marco con 2 estrellas en mis notas- el Retrato de Elisabeth Bellinghausen, de Bartholomäus Bruyn I. También frente a un fondo azul turquesa, encapsulada en un panel abovedado, parece portar una flor de lis. Me fijo en su mirada triste hacia fuera del cuadro, ¿qué mira? ¿de qué o quién quiere escapar? Me atrevo a hacer un pequeño boceto para no olvidar la escena (¿Escena? ¿Hay escena cuando sólo existe un personaje en el cuadro?). Hasta aquí la primera hoja de anotaciones. Esto será largo. Tengo que resumir. Resumir todo el arte holandés del renacimiento y el barroco en una entrada de blog. Sigo en la sala 2, Retrato de un hombre de la familia Lespinette, de Memling. Me acuerdo de que esta mañana leí enEl museo de la Inocencia de Pamuk una referencia al pintor paisajista Melling, pienso que se ha equivocado, o Pamuk, o Carpintero en el texto de la traducción, o el editor, pero no, es que no se refiere a Hans Memling, sino al pintor y grabador y viajero Antoine Ignace Melling, quien dejara para la posteridad increíbles vistas del Bósforo. Así no, así no avanzo. Me detengo ante La lamentación de Cristo, de Rogier van der Weyden (1460-1464). Me fascinan los rasgos juveniles de María Magdalena, su gesto alicaído. Me llama la atención la sinceridad del Retrato de un hombre, de 1510, del desconocido estonio Michel Sittow. El hombre posa su mano derecha sobre la izquierda, sin saber muy bien qué hacer con ellas. Ya en la sala 3 me encuentro con uno de los motivos de mi visita a Holanda: PIETR CLAESZ. Dos cuadros de él. Una Vanitas: naturaleza muerta, de 1630, y una Naturaleza muerta con lámpara encendida, de 1627. En el primero, una calavera sobre un libro apergaminado, una copa caída, un reloj con lazo azul. En el segundo el reflejo de la llama de una vela sobre una copa de cristal, tres libros, uno de ellos abierto con unas lentes encima. Una maravilla de cuadro, con tonos apagados, grises, amarillos y marrones casi exclusivamente. Y otro cuadro monocrómico, una Vista de Dordrecht desde Papendrecht, de 1633, del genial Van Goyen. Más tonos ocres, el cielo blanco amarillento y violáceo. Un artista del color y la luz. Las figuras de los carros, los caballos, aparecen apenas esbozadas. Me gusta el Paisaje de dunas con un camino campestre, de 1629, de Pietr van Sanvoort. En él 3 caminantes con bastones junto a dos perros, en el camino, una pareja, un hombre con un saco encima. El paisaje transmite una extraña sensación ondulante. Llegamos a la Naturaleza muerta con libros y violín de Jan Davidsz de Heem, de 1628. Uno de los puntos más emocionantes del museo, sin embargo no destacado en la página web del mismo. Otra naturaleza muerta, esta vez del, por mi, desconocido Balthasar van der Ast. De 1620 es éste Fruit still life with shells and a tulip. Una mosca, dos mariposas, una libélula pululan alrededor. Un detalle que me llama mucho la atención pero que luego descubriré en otras obras. Impresionado quedo con el pequeño pero extremadamente técnico y avezado Marte y Venus sorprendidos por Vulcano, de 1601, del pintor de Utrecht Joaquim Wtewael. Digamos que la postura de los amantes es, ejem, demasiado explícita, de hecho, no recuerdo haber visto nada parecido en la pintura de esa época. Aparte de que Marte podía haberse quitado el caso para cortejar a su amada, por dios. En la sala 4 tenemos el tríptico de Jan Provost de 1520-1525, con la Virgen y el Niño en el centro y San Juan Evangelista a la izquierda y María Magdalena a la derecha. Una Madonna and child de Quinten Massys (o taller, también llamado Quentin Metsys), en el que las dos cerezas en la mano derecha de la Virgen, las uvas y la pera del frente y el paisaje de fondo con la ventana cortada forman una escena delicada. Nos paramos inevitablemente ante Escena del bosque, un díptico de 1515 de Gerard David. Es una obra sorprendente dentro de la producción de David ya que se trata de un paisaje sin figuras, con una iglesia y una cabra a la izquierda y unas vacas en un estanque a la derecha. En algún sitio en internet he visto que lo ubican en el Rijks de Ámsterdam, bueno, yo lo vi en el Mauritshuis. Uno de los mejores bodegones con flores del museo es el Vase with Flowers de 1670, de Jan Davidsz de Heem. El fondo negro, mariposas, jarrón de cristal con agua, frutas (melocotes, uno mordido, el artista no pudo contenerse), una chinchilla en una flor amarilla central, abajo en una flor rosiblanca, un gusano a la izquierda sobre una hoja, un caracol sobre las frambuesas. Estos molestos insectos pueblan las naturalezas muertas con flores. Pronto vemos el Vaso Wan-Li con flores de Jan Brueghel I. El fondo vuelve a ser negro. Algunas escenas interiores de David Teniers y Adriaen Brouwer, como El alquimista e Interior de cocina del primero (increíble el brillo de la grasa del jamón), y Posada con paisanos bebidos y Pisanos peleando del segundo, en una especie de adelanto goyesco. En David Vinckboons, ya en la sala 7, apreciamos una escena casi bruegheliana en su Feria del condado. Podemos pararnos a observar a los distintos participantes. A la izquierda alguien vomita, un joven alza a una moza (¿la rapta, baila con ella?), otra pareja está con una niña (¿corren, bailan?). Un pintor del que vi mucha obra hace dos años en Bélgica, Jacob Jordaens, con La adoración de los pastores de 1617. Anoté: vasija metálica -reflejos-, José está muy viejo, grandes manos de la Virgen, el niño dormido, ¿quién es la vieja?, la Virgen seguramente acaba de darle el pecho al niño, ambos sonrosados. Otro cuadro en el que perderse es La feria del día de San sebastián de Jacob Savery I. A la derecha se ve una pelea, en ella un viejo desenvaina una espada, el joven es sujetado por otros dos con espada en mano, mientras hay un baile, a la izquierda un joven parece raptar a una chica, un violinista en la penumbra permanece ajeno a todo, una pareja se besa, en las ventanas de la posada vemos a otra pareja besándose, hay una bandera con pintura de San Sebastián... Vemos algunas obras menores de Rubens, quizás preparativos para cuadros, como La adoración de los magos de 1610, un Modelo para la Asunción, y El triunfo de Roma: la juventud del emperador Constantino, de 1622. Son fantásticas. Pienso: Rubens debería haber pintado sólo bocetos. A lo mejor eso fue lo que hizo realmente. También hay un cuadro excepcional que recuerda a Georges de la Tour, se trata de Mujer vieja y un chico con lámparas, de 1617. La cara de la vieja antecede a Rembrandt, la vela y la llama presentan una pastosa materia, el fondo es negro. Esta obra parece ser efecto de su viaje a Italia y su contacto con la pintura de Caravaggio. Puede que la pintura para uso propio ya que se encontraba entre sus posesiones en el momento de su muerte. Anoté que la superficie estaba muy trabajada. Me quedo impresionado, siempre había considerado a Rubens un gran pintor pero falto de astucia artística, sin embargo aquí se revelaba un Rubens exageradamente innovador en asuntos matéricos, ¿fue en realidad Rubens el primer paso para llegar a los Rembrandt y Hals más pictóricos? En la sala 8 apunto un Wilem van Haecht: Apeles pintando a Capaspe. El artista trabaja en su taller rodeado de cuadros (por ejemplo, los contadores de monedas de Metsys del Louvre abajo a la derecha, y un cuadro de Cleopatra con áspid que recuerda a Tiziano). Dos excelentes retratos de Van Dyck (Anna Wake y Peter Stevens) y otro David Teniers el joven: El ciego guía al ciego (según Domenico Fetti), de 1655. Uno piensa en Brueghel. Y en Saramago (RIP desde El gran Kovalski). Lo que me llama la atención de este cuadro es que el cuarto ciego parece "observar" la escena de sus compañeros de camino. Algunos retratos de Rubens y un trabajo conjunto entre Rubens y Jan Brueghel, el famoso El jardín del Edén con la caída del hombre, de 1617.
(continuará, aún queda mucho).

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