miércoles, septiembre 23, 2009

Matisse, en el Thyssen.



Acaba de finalizar con gran éxito de público la exposición de Matisse en el Museo Thyssen de Madrid, con el título "Matisse 1917-1941 Entreguerras". En ella se aborda el segundo período creativo del pintor francés, conocido como "pintura de intimidad". En éste se aleja de los grandes formatos y de la pintura decorativa, retomando el camino iniciado por Cézanne y volviendo a "introducir en sus cuadros las sensaciones de volumen y espacio que había abandonado en el período anterior", según folleto del museo. En 1917 Matisse marcha a Niza para emprender este nuevo camino artístico. Tras el interludio que supuso el encargo del mural La danza en 1930 -del que la muestra recoge algunos dibujos-, en 1934 Matisse reconduce su pintura de intimidad decantándose por el dibujo como medio de expresión. La exposición se divide en 6 apartados. Las dos primeras salas reciben la denominación de "Pintura y Tiempo": "La luz del sur, reflejada en el mar, ilumina habitaciones vacías u ocupadas por figuras femeninas en reposo. El motivo dominante es la ventana, una figura que desde el renacimiento ha sido un paradigma de la pintura. Junto a la ventana, algunas alusiones ocasionales a la música subrayan la reflexión del artista sobre la naturaleza de su trabajo". Ya en la sala 3 tenemos el título de "Paisajes, balcones, jardines", donde "la exploración del espacio exterior permite a Matisse cuestionar la herencia del impresionismo", subrayando "la distancia del horizonte, la artificiosidad de la ficción pictórica". Aquí podemos ver Mujer sentada con la espalda vuelta a la ventana abierta, de 1922 (en Montreal), Carnaval en Niza (Berna), Gran paisaje. Mont Alban, Jóvenes en el jardín, y también El paseo (Bruselas), Conversación bajo los
olivos (perteneciente al Thyssen), y Festival de Flores (Niza), entre otros. En la sala 4, "Intimidad y ornamento", "las escenas de interior son teatros en miniatura en los que la relación del pintor con sus modelos se depura como en un laboratorio". Matisse decía en 1930: "Mi pintura observa primero la gama oscura de los maestros que estudio en el Louvre. Luego mi paleta se aclara. Influencia de los impresionistas, de los Neoimpresionistas, de Cézanne y de los orientales. Mis cuadros se forman por combinaciones de manchas y arabescos... Estas obras sobre todo de carácter decorativo, empiezan a dar lugar alrededor de 1914, a una expresión más volumétrica, hecha por planos, en profundidad, a una pintura intimista que es la de la época acual" -resulta curioso que no veamos en toda la muestra ninguna referencia a Picasso, con quien Matisse mantuvo una sana rivalidad artística toda su vida-. En esta sala se ven Amapolas (Detroit), Española, armonía en azul, de 1923 (NY), La lectora distraída, de 1919 (Londres) -siempre me resultaron apasionantes las figuras lectoras, un motivo poco utilizado en el arte-, y Joven en un diván. Lazo negro, de 1922. También Retrato de Marguerite dormida, de 1920, Lectora y velador, de 1921 (Berna), y Odalisca recostada (pluma y tinta). En la sala 5, "Figura y fondo", "el pintor sigue una rutina rígida. Por las mañanas pinta en el estudio con la modelo posando; por las tardes dibuja reproducciones de estatuas de Miguel Ángel" -que Matisse siguiera estudiando a Miguel Ángel dice mucho de su interés por el dibujo clásico, una idea que puede extrañar al ver sus forzadas odaliscas, nada que ver con las de Ingres-. Vemos El sombrero amarillo, Pianistas y jugadores de damas (Washington), uno de los mejores cuadros de la exposición y con cierto aire a lo Balthus, Lectora apoyada en una mesa ante una colgadura recogida, Odalisca de pie con brasero, o El biombo moruno (Filadelfia). Dice Matisse: "Para mi el tema de un cuadro y su fondo tienen el mismo valor o por decirlo más claramente, ningún punto es más importante que otro, sólo importa la composición, el patrón general; el cuadro se compone de la combinación de superficies coloreadas de forma diferente, combinación que tiene como resultado crear un expresión" -bueno, eso es una concepción de la pintura, no necesariamente la única-. En las siguientes salas, "Forma", "el desnudo es el espejo que ayuda al pintor a ahondar en los valores de la forma. Matisse lo estudia sistemáticamente alternando la pintura con el dibujo y la escultura". Continúa Matisse acompañándonos con sus comentarios en nuestro recorrido por las salas: "Hice esculturas porque lo que me interesaba en la pintura era poner orden en mi cerebro. Cambiaba de medio, cogía tierra para descansar de la pintura con la cual había hecho absolutamente todo lo que podía en ese momento. Eso significa que era siempre para organizar. Era para poner orden en mis sensaciones, para buscar un método que me convirtiera totalmente. Cuando lo había encontrado en la escultura me servía para la pintura. Era siempre para tomar posesión de mi cerebro, a través de una especie de jerarquía de todas mis sensaciones que me hubieran permitido alcanzar mi objetivo" -qué manía con poder orden en el cerebro-. Aquí se pudieron contemplar 3 cuadros con odaliscas: Odalisca con cinturón verde de 1927 (Baltimore), Dos odaliscas, una desvestida con fondo ornamental y damero, de 1928 (Estocolmo), y Odalisca con pantalón gris, de 1927, en el Orangerie (París). Escucho decir a un guía -creo que podría escribirse algún tipo de antiguía de guías, recogiendo todas esas explicaciones, a veces banales, otras, disparatadas, que he ido escuchando de manera furtiva en los diferentes museos- que el de Baltimore era el peor, ¿cómo puede decir que un cuadro de Matisse es "peor"? En realidad era el de dibujo menos definido, el de postura más forzada..., luego pensé que seguro que era el mejor de los 3. Otras odaliscas se pueden ver como Odalisca con pandereta, de 1926 (NY) y que ilustraba el cartel de la exposición, y Gran Odalisca con pantalón de bayadera, que es una litografía de la Biblioteca Nacional de París. También Odalisca y butaca turca, de 1928 (París). Una segunda parte lidera esta sección "El registro cambia súbitamente en 1930, cuando Matisse salta a la pintura decorativa y, con ella, al desnudo heroico". Vemos estudios de conjunto a lápiz de La danza, del Museo Matisse de Niza. Dice el pintor: "La pintura arquitectónica depende totalmente del lugar que la recibe y que la dota de una vida nueva. No se puede separar de él, una vez que se ha asociado al mismo. Debe dar al espacio encerrado en esa arquitectura toda una atmósfera comparable a la de un hermoso y vasto sotobosque soleado que envuelva al espectador en un sentimiento de ligereza y al mismo tiempo suntuosidad. En este caso es el espectador el que se convierte en el elemento humano de la obra." ¿Cuándo aprenderán los artistas que ellos "no entienden" su propia obra -una de las paradojas del arte-, y que deben dejar a los especialistas que la analicen y la expliquen? -son los críticos los que a veces extraen lecturas tan fantásticas que sorprenden a los propios autores-. Al menos reconoce algo en 1942: "Cuando realizo mis dibujos variaciones, el camino que recorre mi lápiz sobre la hoja de papel tiene, en parte, algo similar al gesto de un hombre que estuviese buscando a tientas su camino en la oscuridad. Quiero decir que mi camino no está nada preconcebido: me dejo dirigir, no soy yo quien dirige" -¿pero qué pasó con el orden del cerebro?-. Es decir, Matisse no tenía -supuestamente- ni idea de adónde llevaba su arte, lo cual es una muestra de humildad y de genialidad al mismo tiempo -quizás el único camino válido para una mente creadora ambiciosa-. El gran Matisse. Vemos el bicromático Ninfa y sátiro (San Petersburgo), Naturaleza muerta con mujer dormida (Washington), y que a mi me recuerda a ese cuadrito de Vermeer con la criada achispada y durmiendo sobre la mesa, Figura sentada y torso griego, y El reflejo, un doble retrato que recuerda a aquellos perfiles del renacimiento italiano de Piero o Ghirlandaio. Como broche final a la exposición se expone unas bañistas de Cézanne que había pertenecido a Matisse y del que decía nunca terminaría de comprenderlo.

2 comentarios:

pirlosky dijo...

Bien posteado. Matisse, ¡sombreros fuera!

k dijo...

gracias, don pirlo. A mi lo que no me termina de convencer de Matisse es su última etapa con los recortes decorativos y eso, pero esta etapa intermedia de su arte es muy luminosa y sensual,
saludos.