sábado, abril 25, 2009

El Bellini de Tiziano del Prado.


Con este rocambolesco título llega el maestro veneciano Tiziano a El gran Kovalski. Los comienzos de Tiziano son bastante inciertos. Tanto su fecha de nacimiento (¿1485?-1576) como su paso por los talleres de los hermanos Bellini, y por el de Giorgione después, no están todo lo documentados que quisiéramos. A esto se une el hecho de que Vasari no lo incluyera -incomprensiblemente- en su primera edición de las Vidas. Sabemos que su primer maestro fue el hermano mayor de los Bellini, Gentile (1429-1507) pero como cuenta David Brown "su producción, formada en su mayor parte por grandes lienzos de escenas históricas llenas de retratos de contemporáneos, era artísticamente pobre", lo que le condujo directamente a su hermano Giovanni (1424-1516) quien, en palabras de Durero que vivió en Venecia en los años 1505-1506, "todavía era el mejor en la pintura". Miguel Morán comenta en su libro dedicado a Tiziano: "Sabemos que Tiziano había asimilado muy profundamente el estilo de Bellini antes de que el encuentro con Giorgione en 1507 le abriera nuevos caminos, y que éste período belliniano -es Vasari quien lo afirma (en la segunda edición de Vidas)- había durado mucho tiempo. Esta referencia precisa a su duración durante mucho tiempo sugeriría la existencia de un elevado número de pinturas bellinianas anteriores a aquella fecha, que hoy en día, resulta imposible de identificar". Ha sido David Alan Brown con motivo de unas conferencias en el Prado en torno a Tiziano quien defiende la autenticidad como Tiziano de un cuadro atribuido a Giovenni Bellini existente en el propio Museo del Prado de Madrid, y que llenaría un hueco en la obra del veneciano en el museo español en cuanto a obras procedentes de su época belliniana. Esta pintura es una tabla de 77x103 cm llamada La Virgen con el Niño, Santa Catalina y Santa Úrsula. En el antepecho marmóreo del cuadro aparece la inscripción "Ionnes Bellinus p [inxit]", lo cual parece bastante decisivo en cuanto autoría se refiere. Pero Brown no se amilana ante esta evidencia y muestra sus argumentos con convicción. Este cuadro es una clara variante de otro cuadro de Bellini existente en las Gallerie dell´Accademia de Venecia. Una tabla de 58x107 cm titulado Virgen con el Niño y dos Santas. Brown se centra en las diferencias meramente pictóricas como la distinta configuración espacial, con las dos santas por delante de la Virgen en Madrid, o la alternancia ojos abiertos-ojos cerrados de las dos santas, así como diferencias evidentes en el colorido. También centra su estudio en motivos técnicos como el uso de un pigmento anaranjado -en el manto de la santa de la izquierda- denominado rajalgar y conocido en Venecia tan sólo al principio del s.XVI (si bien el propio Bellini lo usó en algún cuadro, así que no sé por qué debe ser diferenciador); y también diferencias claras en la imprimatura, amarillenta, espesa y a base de pinceladas sueltas en el Prado y blanca, más fina, y sensible a los rayos X en Venecia. Según Brown el cuadro de Madrid es una "copia creativa" debido probablemente a un alumno del taller de Bellini, y ese alumno, según él, no podía ser otro que Tiziano -superando al maestro-. En cuanto a la inscripción inequívoca del antepecho Brown se justifica diciendo que Tiziano se habría visto obligado a poner en el antepecho el nombre de Bellini, y por eso, "el borde de mármol multicolor queda reducido a pie de la pintura y está compuesto, cosa insólita, con los mismos rojos y azules de los ropajes de las figuras". Para reafirmar su teoría Brown establece similitudes con la que parece ser la primera obra identificada como tizianesca del período del taller de Bellini, Jacopo Pesaro encomendando a San Pedro por el papa Alejandro VI, en el museo de Amberes, "donde la figura del santo, entronizado a la izquierda, recuerda a Bellini hasta el punto de habérsele sido atribuido". Es interesante la presencia de la misma cortina verde tras San Pedro en Amberes y tras la Virgen en Madrid. Algunas otras características del Jacopo hacen innegable la autoría de Tiziano, y Brown enlaza esta obra con la Virgen de Madrid, creyendo que se trata del mismo período creativo de Tiziano. Es decir, según Brown, mañana mismo habría que ir al Prado y cambiar la placa del cuadro de Bellini por la de Tiziano.

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