lunes, abril 14, 2008

MAX BECKMANN: La guerra, la locura, el genio.


Max Beckmann nace en Leipzing en 1884 y muere en Nueva York en 1950. Pronto queda huérfano y comienza a dibujar en el internado donde hace posar a sus compañeros a quienes recompensa dándoles su merienda. En 1906 se casa con Minna Tube, va de viaje de bodas a París y luego disfruta de una beca en la Villa Romana de Florencia. Miembro de la Secesión berlinesa -algo así como la academia oficial de arte- su situación artística se encontraba más próxima al pasado -junto a autores como Liebermann y Corinth- que a sus coetáneos expresionistas Kirchner, Heckel, Marc, y Kandinsky, sin embargo más tarde sería perseguido en 1937 por la acción Arte Degenerado y 590 obras suyas fueron secuestradas de los museos alemanes. ¿Cómo se produjo este cambio tan drástico? Luego lo veremos. Es elocuente de esta disposición artística conservadora el enfrentamiento que mantuvo con Franz Marc respecto a la exposición de éste titulada La nueva pintura. Aunque admiraba a Cezanne, Beckmann criticaba duramente la obra de Gauguin, Picasso y Matisse. Hablaba despectivamente de la obra de éstos comparándolas con arte industrial "los tapices de Gauguin, las telas de Matisse, los tableritos de ajedrez de Picasso". De Gauguin decía que se había apoderado de la estética del arte primitivo ignorando su origen religioso y etnológico y de Matisse "es un representante aún más triste de ese Arte de de museo etnológico, sección Asia. Sólo que él además toma esto de segunda mano, de Gauguin o Munch". Comparte con el ideario futurista la bienvenida a la primera guerra mundial "Estamos de acuerdo en que no sería nada malo para nuestra cultura bastante desmoralizada de hoy en día, el que todos los instintos e impulsos se encadenaran otra vez en un interés común." Participó en el frente de Bélgica como soldado enfermero y su propósito radicaba en adquirir experiencias que recondujeran su arte: "Para mi, la guerra es un milagro, aunque sea un tanto incómodo. Mi arte tiene de comer aquí". Pero como otros pintores de su época -Kirchner, por ejemplo- sufrió en 1915 un colapso psíquico y fue dado de baja del servicio militar, marchando entonces a Francfort. Nos cuenta Dietmar Elger cómo la guerra habilitó el cambio en Beckmann: "Después de la guerra, las escenas apocalítpicas de grandes formatos no vuelven a aparecer en su mundo pictórico. Beckmann concentra ahora su mirada en el individuo, en su situación, su impotencia y desamparo en un mundo infernal y lleno de violencia. De tal manera, al poner al hombre individual en el centro de su interés, se niega al mismo tiempo toda generalización ideológica. A diferencia de Dix y Grosz, el arte de Beckmann no se deja enmarcar políticamente. Con los nuevos contenidos se introduce también una transformación en el lenguaje formal. Beckmann reduce el colorido y la aplicación de la pintura se vuelve más fluida. Café opaco, gris y amarillo dominan la superficie; pocos tonos brillantes se encargan de poner los acentos. Los cuerpos y los rostros aparecen mortecinos y un tanto mórbidos; la misma transformación ha sufrido las formas antes atléticas de sus personajes. Sus cuerpos son ahora extremadamente largos, de contornos angulares y rígidos, y en parte de miembros deformados". En esta época de reorientación creativa surgen sus grabados (1915-22), seducido por la espontaneidad y rusticidad del buril trabaja esta práctica como hicieran sus compatriotas expresionistas con gran acierto. Hughes también nos comenta este drástico cambio en la pintura de Beckmann: "Beckmann también había salido salido de la guerra" -se había referido a Kokoschka-"en un estado de traumática conmoción; casi se volvió loco tras prestar servicio en el cuerpo médico en las trincheras de Flandes, y en 1915, lo licenciaron del ejército por invalidez, sufriendo ataques de alucinación y sumido en una insoportable depresión.". El propio Beckmann escribió: "Ese espacio infinito cuyo primer plano siempre tenía que llenarse con alguna que otra tontería, a fin de disfrazar su espantosa profundidad. Ese sentimiento de estar desamparado para siempre, eternamente. Esa soledad." Muy interesante lo que nos cuenta Hughes "Invocando los nombres de Van Gogh, Brueghel, Cezànne y Mathias Grünewald, enalteció "el arte del espacio y la profundidad" como el único que podía resistir el peso de los significados sociales. "Yo sé que nunca renunciaré a la plenitud del volumen. Ni arabescos, ni caligrafías, sino plenitud, lo escultural", Beckmann dixit. En la Tate Modern de Londres se encuentran grandes obras de grandes maestros, sin embargo los cuadros que más tiempo estuve observando fueron los dos de Beckmann. Bien es cierto que iba predispuesto a esto pues Beckmann es uno de mis pintores favoritos, sin embargo resultó sorprendente comprobar cómo al estar allí frente a ellos la genialidad y la locura se daban la mano a través de sus personajes deformes y pintorescos. Estos cuadros son Carnaval -donde se representan dos amigos suyos actuando como payasos- de 1920, y Prunier -el nombre de un famoso restaurante parisino frecuentado por Beckmann en los años 30- de 1944 donde alejándose totalmente de la humildad de los comedores de patatas de Van Gogh representa la grotescidad de la comida gúlica y desenfrenada de dos comensales definitivamente horrorosos.

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