Filoxeno de Eretria pintó La batalla de Issos sucedida en el año 333 a.C. y que enfrentó al ejército de Alejandro Magno con el del rey persa Darío III. La pintura original no ha llegado a nuestros días -en realidad no conocemos ninguna pintura original helena- pero sí el conocido mosaico hallado en los restos de Pompeya y descubierto en 1831. En esta pintura se aprecian posturas y escorzos que aparecerían más tarde en las tres pinturas de la batalla de San Romano de Paolo Ucello, realizadas alrededor del año 1450. Siempre me ha gustado que estas tres obras se encuentren en museos y países diferentes, una en Londres (National Gallery), otra en París (Louvre), y otra en Florencia (Ufizzi), como si el genio de Ucello tuviera que estar disperso para así favorecer el anhelo continuo de que vuelvan a reunirse las tres pinturas en el Palacio de Medici donde originariamente debieron estar ubicadas. Lógicamente Ucello nunca llegó a ver la copia de La batalla de Issos de Filoxeno de Eretria, lo cual resulta tremendamente enigmático y desconcertante. La obra del griego no presenta la cordialidad perspectívica que puedan tener las batallas de Ucello, ya que las leyes de la perspectiva empezaron a desarrollarse en pleno Renacimiento (Massaccio, Mantegna, Durero...) y ni los griegos ni los romanos llegaron a conocerlas. No obstante, tal y como dice Gombrich esta carencia no puede llevarnos a un menosprecio de la obra encontrada en la casa del fauno en Pompeya ya que en cualquier estilo y circunstancias artísticas puede llegarse a la perfección creativa. En otro orden de cosas esos caballos de Issos tienen una fuerza y unos gestos que bien podrían envidiar los caballos de los retratos reales ecuestres de Velázquez y son, de cualquier modo, más hermosos que todos los caballitos que posteriormente pintara Ucello en sus tres batallas. Y hablando del sevillano universal, algunos autores encuentran semejanzas con La rendición de Breda de Velázquez, fechada en 1635, pero yo lo unico común que veo es la disposición de las lanzas como herramienta para significar un alto numero de soldados. Igualmente las obras de Ucello presentan este argumento de la lanzas para despertar la imaginación del público. ¿No es éste, sin embargo, un detalle lo suficientemente "moderno" como para considerar La batalla de Issos una obra maestra de la historia de la pintura universal? Podría estar a la altura de ese movimiento de la rueca pintado por Velázquez en Las hilanderas -jamás realizado hasta entonces- o de esa visión cúbico-cosmológica del cristo de Dalí que daba una nueva vuelta de tuerca al escorzo impresionante de El Cristo muerto de Mantegna de 1490. Bueno, la verdad es que no sé cómo se han colado por aquí Dalí y Mantegna, algo tendrán que ver, aparte de que quedan bonitas las fotos de los cristos, ah sí, con respecto a la innovación que podría haber supuesto las lanzas en multitud de la batalla de Issos, aunque claro, no sabemos si en anteriores pinturas helenísticas perdidas ya se usó este truco, de todas formas nunca llegarían a figurar tantas lanzas como en un cuadro de Altdorfer, por dios. Sea como fuere creo que La batalla de Issos debió ser una de las pinturas más misteriosas y geniales que nunca se hallan ejecutado, y el mosaico romano que conocemos es de una belleza transhistórica, y de ninguna manera hay que pensar que el hecho de ser una copia le resta atributos pues la copia romana -muy extendida en aquella época sobre originales griegos- no estaba entendida de la manera peyorativa en que lo está actualmente. Además hay que añadir que La batalla que podemos admirar hoy día es un mosaico que funcionaba como elemento decorativo -con un uso muy reducido de colores distribuidos en diminutas teselas- de una casa de temporada, ya que Pompeya era el destino vacacional de la gente adinerada de Nápoles, es decir, puede que quien la realizara tan sólo fuera un artesano o en todo caso un pintor de segunda fila, ¿cómo habría de ser la obra original de Filoxeno de Eretria? No puedo ni imaginarlo.
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